El agro es el más afectado por el invierno

En el área rural de Taura (Naranjal) la creciente del río Bulu Bulu destruyó muros carrozables que conducen a sectores agrícolas; afectó a camaroneros y cangrejeros. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO.

En el área rural de Taura (Naranjal) la creciente del río Bulu Bulu destruyó muros carrozables que conducen a sectores agrícolas; afectó a camaroneros y cangrejeros. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO.

En el área rural de Taura (Naranjal) la creciente del río Bulu Bulu destruyó muros carrozables que conducen a sectores agrícolas; afectó a camaroneros y cangrejeros. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO.

Los estragos de las intensas lluvias se sienten en sectores agrícolas del Litoral ecuatoriano. Uno de los más afectados es la parroquia Taura, cantón Naranjal, en el sureste del Guayas.

Allí, la tarde del martes, la crecida del río Bulu Bulu se abrió paso por un pequeño estero donde se ubica una obra de derivación de las aguas, en la vía a El Triunfo. La fuerza del agua rompió cinco tramos de un dique de contención que protege a una extensa zona de camaroneras y de pastizales.

El lugar era un desastre este 26 de febrero del 2015. Las masas de lodo taponaban un camino de tierra de 12 kilómetros que conducen a las camaroneras y áreas de captura de cangrejos.

Por la mañana, un grupo de 55 cangrejeros de la Asociación Camital pudo acceder al área, pero sin la esperanza de poder recolectar el crustáceo, debido a la acumulación de lodo.

Según cálculos de los productores camaroneros de la zona, la ruptura de los diques destruyó al menos unas 1 000 hectáreas de piscinas de cultivo del crustáceo, mientras otras 3 000 estarían en riesgo si prosiguen las precipitaciones y no se logran reparar los diques.

Enrique Baquerizo, uno de los camaroneros afectados, contó que solo en su predio las pérdidas por dejar de cosechar el camarón ascenderán a USD 600 000. “Hay unas 500 personas que trabajan para las camaroneras y viven en la zona, que ahora no tienen trabajo”.

Baquerizo se quejó de la tardanza en la ayuda estatal para reparar los tramos destruidos. “Hemos tenido que contratar maquinaria, que es costosa, para colocar cascajo y arreglar los diques”. Dos retroexcavadoras apresuraban la colocación de material para habilitar la vía.

Manuel Lozano, que tiene 60 reses en la zona, miraba con resignación cómo la crecida arrastró palizadas hacia donde pasta su ganado. “Estamos esperando que arreglen el muro para trasladar el ganado”.

Técnicos de la Secretaría Nacional del Agua realizaban desde la mañana mediciones topográficas. Según uno de ellos, si el clima lo permite, las tareas de reparación tardarían menos de dos semanas.

El mismo río Bulu Bulu, en su trayecto, ha causado además afectaciones en sectores agrícolas de cantones como El Triunfo y Yaguachi.

En cambio, las autoridades de Vinces (Los Ríos) se movilizaron ayer muy temprano ante el colapso de un tramo de 28 metros del sector sur del malecón.

Por las fuertes lluvias de la madrugada y la creciente del río Vinces, el afluente destruyó parte del malecón, frente a la cárcel, a unos 150 metros donde el 2010 se vino abajo un tramo de 35 metros del malecón.

El alcalde Cristian Villasagua recorrió el sector y reunió al Comité de Operaciones Emergentes (COE) cantonal, donde se evaluó la situación. 11 familias así como 79 detenidos en la cárcel están en riesgo.

El gobernador de Los Ríos, Jesús Narváez, informó que se dispuso el traslado provisional de los detenidos a otros centros de detención de la provincia.

En Esmeraldas, en cambio, los aguajes que se registran en poblaciones como Canchimalero, El Bajito, Pampanal de Bolívar, Santa Rosa y Olmedo, afectan a más de 300 familias que se dedican a la extracción de la concha, el cangrejo y la pesca artesanal. Se ubican cerca al mar y en el interior de los manglares del cantón Eloy Alfaro, límite con Colombia.

Los últimos oleajes obligaron a sus habitantes a pedir ayuda municipal. Aunque Luis Arboleda, de Pampanal de Bolívar, dijo que están acostumbrados a vivir con el problema.

En Limones, donde habitan unas 6 500 personas, los fuertes vientos han agitado el mar que golpea las orillas. Los pescadores han puesto a buen recaudo sus embarcaciones de madera.

Frente a La Tola, en ese mismo cantón, La Barca está amenazada por los aguajes. Hace ocho años ese poblado de pescadores fue reubicado más arriba de la isla, porque el mar destruyó las casas. Hay preocupación por los nuevos aguajes.

Además, en las comunidades ubicadas en los ríos Santiago, Ónzole y Cayapas, norte de Esmeraldas, la crecida de los afluentes, el pasado 7 de febrero, inundaron las casas y arrasaron con cultivos de cacao, plátano y arroz. Afectaron a unas 2 030 familias.

En contexto
Ayer, 26 de febrero del 2015, por la mañana en Guayaquil, un fuerte aguacero causó grandes congestionamientos vehiculares, especialmente en el norte de la urbe. Según el Inocar, en el Puerto Principal ha llovido 59,1 milímetros en febrero, cuando la media ha sido de 270,8 mm.

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