El interior del lujoso Airbus A319. Foto: Mark Ralston / AFP
Cuando su cliente chino le pidió que tapizara el interior de su jet privado, un Bombardier Challenger 850 con una costosa capa de fibra de carbono negro, el decorador se mostró sorprendido, pero acató las órdenes sin rechistar.
“Puede poner lo que quiera, a partir del momento en que cumple con las normas de certificación” aeronáutica, declaró Sean Gillespie, director adjunto de ventas de Flying Colours, una compañía estadounidense especializada en aviones privados.
El mercado chino de los jets de lujo es pequeño pero experimenta un crecimiento rápido, alimentado por las nuevas fortunas que no paran de surgir en la segunda potencia mundial.
Los primeros aparatos del estadounidense Gulfstream -número uno del sector- llegaron a China en 2003. Una década más tarde 248 aviones privados surcan los cielos del país, con un crecimiento del 28% tan solo entre 2012 y 2013, según la consultoría Asian Sky Group.
Entre otros propietarios está Jack Ma, fundador de Alibaba, gigante chino de la venta en línea, y Wang Jianlin, presidente del grupo Wanda, número uno mundial de las salas de cine y clasificado en 2013 como el hombre más rico de China por Forbes.
“Los compradores pueden tener 20, 30 años de edad, o más de 70. Provienen de toda China, del sector inmobiliario, las finanzas o los hidrocarburos. No hay un perfil establecido” explica Jason Liao, patrón de China Business Aviation Group, otra consultoría.
Pero todos tienen un punto en común: decenas de millones de dólares para gastárselos en un jet.
El europeo Airbus acaba de presentar en el mercado chino una nueva versión de su ACJ-319 “corporate” bautizado “Elegance” con salón, habitación y sala de baño. Precio: 80 millones de dólares la unidad.
En el lujo, los pequeños detalles hacen la diferencia. Gulfstream ha previsto una olla arrocera a bordo, la brasileña Embraer un sistema para controlar la climatización y las luces a partir del Ipad, Airbus propone una mesa redonda para los jugadores de mah-jong.
Turbulencias en perspectiva
Los destinos más frecuentes para los multimillonarios chinos son las grandes metrópolis asiáticas vecinas, como Hong Kong, Macao o Singapur, donde van a divertirse.
Pero incluso para esos vuelos de duración limitada prefieren aparatos que aguanten largas distancias, espaciosos, capaces de cruzar el Pacífico para llegar hasta Estados Unidos, indicaron en un informe Airbus y la consultoría Ledbury Research.
Los constructores insisten en presentar sus aparatos como algo esencial para los negocios, no simplemente como un capricho de ricos.
Pero el cielo chino tiene también sus nubarrones: el crecimiento económico se ha enfriado, el espacio aéreo está rígidamente controlado por motivos militares y el país carece de infraestructuras aeroportuarias para acoger a los jets privados.
China cuenta solamente con 286 sitios de aterrizaje adaptados a ese tipo de aparatos, según medios de comunicación estatales.
Y los compradores se han vuelto más discretos, desde las vastas campañas anticorrupción del presidente chino Xi Jinping, que llegó al poder en 2009.