Bibliotecas, un espacio público para navegar

Calderón. Hora del cuento, viernes de 15:00 a 16:00. Taller de Inglés: de 5  a 18 años. 3 800 ejemplares. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO.

Calderón. Hora del cuento, viernes de 15:00 a 16:00. Taller de Inglés: de 5 a 18 años. 3 800 ejemplares. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO.

Universidad Católica. Abre de lunes a viernes, de 07:00 a 21:00 y los sábados, de 09:00 a 13:00. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO.

En las bibliotecas de la ciudad van quedando obsoletos los letreros con la disposición: “Haga silencio”. Ahora, son espacios con una línea trazada: digitalizar documentos y hacer que las consultas sean más dinámicas. Los usuarios, recostados en sillones y con una laptop sobre su piernas, agitan sus cabezas, mientras escuchan música con audífonos.

La biblioteca de la Universidad Católica, la primera en automatizarse, en 1990, es uno de los espacios en la capital, donde los jóvenes, catedráticos e investigadores pueden sentarse en un sofá, escuchar música, navegar con una conexión gratuita y consultar en una base virtual. La modernización se ha ido dando según los avances tecnológicos.

Rodrigo Estrella, director del lugar, comenta que el gran cambio se ha dado en los últimos años. Cuentan con cubículos para investigadores y 460 000 ejemplares virtuales y 130 000 impresos.

Mientras en la Católica hay cinco pisos destinados para la consulta, en Calderón, una habitación es el espacio para la biblioteca comunitaria, donde 39 personas llegan diariamente desde sitios como Zabala e incluso lo hacían desde Guayllabamba. Miriam Puebla es la encargada del establecimiento.

Calderón. Hora del cuento, viernes de 15:00 a 16:00. Taller de Inglés: de 5 a 18 años. 3 800 ejemplares. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO.

Allí hay un espacio infantil y las madres que aprenden a navegar en Internet, mientras sus pequeños escuchan cuentos.
Pero, aún hay espacios donde el silencio se debe mantener. Ese es el caso de la biblioteca Aurelio Espinosa Pólit, donde estudiaban los jóvenes jesuitas y que alberga la principal colección de textos del país, sostiene Patricio Carvajal, uno de los encargados: 300 000 libros y periódicos desde el siglo XIX. El primer mapa oficial del Ecuador (1892) está digitalizado.

Espinosa Pólit. La atención es de lunes a viernes, de 08:00 a 17:00. Hay un servicio de escáner gratuito. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO.

A la biblioteca, en una sala pequeña, con cuatro mesas y seis computadores, acude dos veces por semana el médico Vladimir Basabe, quien realiza una investigación genealógica. Pero, a la par, acude por primera vez Paola López, estudiante del Colegio Gabriela Mistral, quien volvió a las aulas luego de que su hijo cumplió siete años. Con su madre al lado, es una más de los usuarios de estos espacios públicos.

El Distrito cuenta con nueve establecimientos de la red metropolitana. A estas se suman las bibliotecas de universidades como: Politécnica, Católica, Central, UTE, San Francisco, Internacional, Andina Simón Bolívar, Salesiana y Espe, etc. Pero, aun cuando todas tienen un factor común: conocimiento, hay algunas que dieron más rápido el salto a la tecnología y a otros servicios.

El concepto de biblioteca pública, explica el historiador Juan Paz y Miño, o el primer establecimiento de este tipo fue el dirigido por Eugenio Espejo, en alrededor de 1780, en el actual Centro Cultural Metropolitano. Aunque, ya desde el siglo XVI, se contaba con archivos en los conventos de las comunidades religiosas.

El presupuesto del 2014 para la red de bibliotecas municipales, informa Yesenia Villacrés, coordinadora, es de USD 115 500. La diferencia en las instalaciones y en los servicios en cada uno de los sitios depende de las particularidades de los sectores y la demanda. La más visitada es la González Suárez (124 038, en el 2013) y la menos, la Quito Sur (5 472).

En el país, relata Estrella, hay un consorcio de bibliotecas de universidades, el cual empezó con seis lugares y actualmente cuenta con 54. Según datos del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), las bibliotecas registradas en el cantón Quito, durante el decreto de emergencia del patrimonio (2008-2009), es de 302, entre ellas, la colección particular de Rodrigo Borja, con 1 700 ejemplares. Estas contienen fondos bibliográficos considerados legado documental del país.

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