Perdemos la copa, pero la #copadelascopas es nuestra. Foto: Facebook de la presidenta Dilma Rousseff
La humillante derrota de Brasil en el Mundial -fuera de cualquier pronóstico, golpeó al Palacio de Planalto. La alerta se da sobre el efecto político que puede tener la goleada 7 a 1 de Alemania a los anfitriones en la campaña para la reelección de Dilma Rousseff.
Hasta antes del partido, Rousseff exploraba políticamente las victorias de la selección brasileña, ahora la estrategia ahora es intentar relacionar su imagen con la organización del campeonato, que era considerado un hecho del Gobierno.
Luego de la derrota, la Presidenta intentó verse como una hincha común y afirmó en su cuenta de Twitter que estaba “muy, muy triste”, con la derrota de la Selección envió un mensaje de motivación para la ciudadanía. “Siento inmensamente por todos nosotros, los hinchas, y por nuestros jugadores. Pero no nos dejaremos quebrantar. Brasil, levanta, sacúdete el polvo y da la vuelta”, escribió la Presidenta.
En el perfil institucional del Palacio de Planalto de Facebook adoptó inmediatamente la línea de defender la organización del evento: “¡Gracias Brasil! Vamos a continuar mostrando al mundo que así no tengamos a nuestra Selección en la final, daremos un golpe al balón fuera del campo”.
El perfil de Rousseff en Facebook, que es administrado por su partido, fue incluso más explícito: “Perdemos la copa, pero la #copadelascopas es nuestra”. Así repitió la frase que fue adoptada por el Gobierno para referirse al Mundial.
PREOCUPACIÓN CON EL PESIMISMO
No hubo ahorro de reclamos a la Presidenta en las redes sociales. Si bien Dilma Rousseff lamentó la derrota de su Selección, los internautas no la perdonaron e incluso la insultaron. Las más leves fueron: “Auto ayuda no, Presidenta” o “¿Vamos a construir hospitales ahora que perdimos”. También hubo las irónicas: “hagamos otra Copa para que ahí Brasil pueda vencer”, pero los insultos fue lo que más se leyó en el Timeline de las redes.
El discurso en el entorno de la presidenta es que ella fue una de las mayores hinchas de la Selección, pero que ella no estaba en el campo de juego. El ministro de Comunicaciones, Paulo Bernardo, garantizó que la Presidenta estará en la final (el domingo 13 de julio) y entregará la copa al equipo campeón del Mundial. “El juego fue un desastre, como nunca había sucedido. Nadie puede decir que el Gobierno tiene responsabilidad sobre ello”, dijo Barnardo.
La Jefa de Estado vio el partido en el Palacio de la Alvorada y, como sus principales adversarios en la disputa por la Presidencia, no difundió ninguna foto durante el partido, al contrario de lo que ocurría cuando Brasil triunfaba. El candidato a la Presidencia del PSB, Eduardo Campos, como en todos los partidos; vio el partido en su casa con su familia. El único que fue al estadio de Mineirao fue el candidato del PSDB, Aécio Neves. Él fue discretamente, sin anuncios, según una asesora. El presidenciable aseguró que si bien hubo una derrota, el juego brasileño continúa. “Una derrota sufrida es difícil de entender, pero no apaga el brillo del fútbol brasileño y mucho menos de nuestro pueblo. A pesar del resultado, envío mi abrazo a los jugadores, el cuerpo técnico y a todos que lucharon para colocar a Brasil en el lugar más alto del podio”, dice en su perfil de Facebook.
El primero en lamentar la derrota (en las redes sociales) fue Eduardo Campos. Y mandó un recado para el próximo Mundial. “El pueblo brasileño hizo una linda fiesta durante toda la Copa, pero el sueño de la sexta se fue -por ahora-. Tengan certeza de que volveremos más fuertes en el 2018”, expresó en Facebook.
Integrantes del Ejecutivo afirmaron -después de la derrota de la Selección- que una cosa es el fútbol y otra coas es la política. Sin embargo, reconocieron que el resultado del campo puede ser usado para atacar a la presidenta Rousseff durante la campaña electoral. Un ministro afirmó que el Ejecutivo y su partido deben prepararse para una ola de críticas hasta el final de la Copa del Mundo.
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, afirmó que la selección está por encima de cualquier interés político. Foto: AFP
El ministro de Gobierno, Vinicius Lages, defendió la realización del Mundial y dijo que fue de lo mejor hasta ahora. “El éxito del Mundial hasta aquí no dependía de la Selección. Fuimos gigantes en hospitalidad, en el cariño hacia los turistas que quedan marcados en la piel y el corazón. La derrota es en el campo, por más contundente que sea, no debe afectar nuestra capacidad de reconocer lo que somos ahora: uno de los mejores países del mundo”, enfatizó el secretario de Estado.
El ministro de la Secretaría de Aviación Civil, Moreira Franco, aseguró que la función del Gobierno era la de garantizar las condiciones para la realización del torneo en Brasil: “Fútbol es deporte. Elecciones es política“.
Hace más de una semana había dudas en el gobernante Partido de los Trabajadores sobre la estrategia de la Presidenta de abogar por la defensa de la realización del Mundial en Brasil con la repetición de que los “pesimistas” fueron derrotados y de intentar capitalizar el desempeño de la Selección.
El discurso de que “Dilma no estaba en el campo de juego” ya se venía preparando como antídoto mucho antes que la derrota del equipo brasileño. El coordinador de la campaña para la reelección y presidente del PT, Rui Falcao, ya lo había expresado luego del empate a cero con México. “La única cosa que no depende del Gobierno Federal es que Brasil gane la Copa. Nosotros queremos el triunfo, pero Dilma no está en la cancha. Se gana mejor, tienen todo para ganar”.
En la víspera para el inicio del torneo, el Gobierno y el comando de campaña estaban tensos porque podían haber nuevamente grandes manifestaciones de protesta como las que hubo en el 2013. También temían fallas en los nuevos estadios. La actuación de la Presidenta en el Mundial fue dividido en dos momentos. Primero ella estaba preocupada con el mal humor de la gente en relación a los gastos públicos para ser anfitrión del evento y pretendía acompañar a lo largo de los juegos. Pero después que el Palacio de Planalto entendió que las agresiones sufridas en la inauguración de la Copa repercutió negativamente y más bien se buscó capitalizar políticamente la actuación de la Selección brasileña.