La Calera comparte la chicha con la Pachamama

La chicha  de Jora se elabora con un mes de anticipación, con  maíz a medio germinar. Una comisión de mujeres está a cargo de preparar el brebaje.

La chicha  de Jora se elabora con un mes de anticipación, con maíz a medio germinar. Una comisión de mujeres está a cargo de preparar el brebaje.

La chicha de Jora se elabora con un mes de anticipación, con maíz a medio germinar.
Foto: José Mafla / EL COMERCIO

Los habitantes de la comunidad indígena de La Calera entregan una ofrenda a la Pachamama enterrando una vasija con chicha de jora, durante un año.

Para las 18:00 de ayer estaba previsto sacar de la tierra la bebida, que se colocó en septiembre del año anterior, como parte del Tarpui Raymi (Fiesta de la Siembra, en kichwa).

Para la mayoría de los 2 000 habitantes de este poblado del cantón Cotacachi, provincia de Imbabura, ese es un momento de alegría y festejos.

Aquí la mayoría de gente vive de la agricultura, la elaboración de artesanías y el turismo comunitario, según Fernando Villagómez, síndico del Cabildo.
Esta es el única de las 45 comunidades de Cotacachi que celebra el Tarpui Raymi.

La tradición de ofrecer chicha a la madre tierra se retomó en 1999, asegura Magdalena Fueres, miembro del Comité Central de Mujeres de la Unión de Organizaciones Campesinas de Cotacachi (Unorcac).

Fueres recuerda que varias prácticas ancestrales como sembrar y cosechar en minga y agradecer a la madre naturaleza por la provisión de alimentos se estaban perdiendo.
Sin embargo, los directivos de esta localidad decidieron retomar estas prácticas, que practicaban sus abuelos.

Ayer, por ejemplo, una docena de mujeres se reunió a las 06:00 para sembrar maíz, fréjol, habas y chochos en sus terrenos y en los de sus vecinos. “Iniciamos a esta hora porque la tierra está fría y húmeda. Eso es bueno para la semilla”, comenta Inés Bonilla, una de las participantes.

Como todas, lleva atada una tela en la cintura. En la parte delantera guarda los granos.
Las sembradoras se organizan de dos en dos. La primera avanza con una pala delgada de madera, llamada palandra, que sostiene con la mano izquierda. Con esa herramienta abre un pequeño agujero. Luego, con la mano derecha, suelta tres granos de maíz. Le sigue una compañera que siembra tres granos de fréjol.

Luz María Arias, propietaria de uno de los terrenos en donde se hace la minga de la siembra, explica porqué se combinan los dos granos. “La idea es que el poroto (fréjol), que crece como enredadera, se sostenga en la caña del maíz”.

Como parte del Tarpui Raymi, el sábado anterior, se realizó en La Calera un concurso. Se trataba de saber quién maneja mejor las yuntas de bueyes.

Entre cuatro participantes, Antonio Valencia, de 65 años, demostró que puede atar a los bueyes, colocar la yunta y el arado en menor tiempo.

La competencia incluyó labrar la tierra de los vecinos que ayer recibió la semilla.
Mientras tanto, otras comisiones instalaban las carpas para una feria de alimentos y artesanías, en el poblado. Otro grupo, mientras tanto, cernía tres tanques de chicha de jora, que será repartida desde hoy entre los participantes de esta colorida celebración.

Los hermanos Ramiro y Esmeralda Yépez, vecinos de La Calera, fueron nombrados priostes de esta festividad.

Ellos, al igual que los dirigentes y las ñustas (reinas) de la comunidad, podrían degustar la chicha que se iba a desenterrar.
La vasija de cerámica contiene aproximadamente tres litros de bebida tradicional.

Según la costumbre fue enterrada en un terreno comunitario, junto a una quebrada. “La bebida es fuerte, pero sabrosa”, asegura Fueres.

Mientras tanto, para el domingo está previsto colocar bajo tierra una nueva vasija de chicha de jora elaborada este año. Con esta fiesta se han recuperado 14 variedades fréjol y 25 de maíz.

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