Entre llantos y rogativas hombres y mujeres pidieron al Señor del Río para que la tierra deje de tembla. Foto: Ricardo Cabezas/El Comercio
Los pobladores de Chiles en Colombia y de Tufiño en Ecuador, ubicados a 18 km de Tulcán, en la frontera colombo ecuatoriana, pierden el miedo, ascienden a las faldas del volcán Chiles y de rodillas le piden perdón.
El pasado martes 18 de noviembre, llevando a hombros de los fieles un cuadro del Señor del Río, patrono religioso del sector, seguido por aproximadamente 900 devotos de Chiles (Colombia), ascendieron hasta un sector del coloso en territorio ecuatoriano.
La lluvia no fue un impedimento para subir y suplicarle a la montaña que deje de vibrar, según José Rosero, quien participó en esa peregrinación. Allí, el párroco de la población colombiana ofreció una misa, pese a que está prohibido todo tipo de concentraciones y el ingreso a ese lugar.
Entre llantos y rogativas hombres y mujeres pidieron al santo (Señor del Río) para que la tierra deje de temblar. Este sábado 22 de noviembre, en cambio, más de 400 pobladores de Tufiño, El Laurel, Chilma y Bellavista en el Ecuador sacaron de la iglesia de la parroquia la imagen para llevarla nuevamente hacia la montaña (Chiles).
Una caravana motorizada movilizó a los feligreses. Cerca al refugio, a 500 m de la carretera, el párroco Víctor Recalde invitó a los pobladores a hincarse con la mirada hacia el volcán para pedirle que cese la actividad sísmica.
El presbítero pidió a la población acostumbrarse a vivir con el coloso. “Quítanos el temor y el recelo hermano cerro, hoy que estamos a tus pies. Te pedimos perdón por destruir la naturaleza”.
La devoción, lágrimas, suplicas y rostros de tristeza pusieron en evidencia el miedo e incertidumbre que reina en estas poblaciones. Los cerros Chiles y Negro fueron declarados en alerta naranja hace 34 días y mantienen alarmadas a más de veinte comunidades fronterizas de los dos países.
Mientras que, María Malte de Bellavista, ubicado bajo el Cerro Negro, cuenta que la tierra sigue temblando en esa zona, razón por la que vino a pedir desde lejos porque todo termine.
Finalizada la celebración religiosa, la pintura que pesa 300 libras, con la imagen de Jesús, vistiendo una túnica roja, cargando una cruz verde y en el lado izquierdo la estampa del volcán Chiles, lideró la segunda peregrinación que recorrió 10 km.
A los poblados Chiles y Tufiño que los divide el río internacional Játiva, no solo los une los lazos de familiaridad y costumbres, sino la fe religiosa y la devoción por el Señor del Río, guía espiritual del sector.
Estos dos poblados con más de 4 000 habitantes hoy son amenazados por un enjambre sísmico que proviene de esas montañas, que desde el pasado 29 de septiembre contabilizan más de 206 mil sismos.