Carchi reza por los temblores al Señor del Río

El 4 de mayo último se inició la procesión de la imagen del Señor del Río. El recorrido comenzó en El Resguardo de Chiles, Colombia, y terminará en la parroquia de Tufiño, Ecuador. José Mafla / EL COMERCIO

El 4 de mayo último se inició la procesión de la imagen del Señor del Río. El recorrido comenzó en El Resguardo de Chiles, Colombia, y terminará en la parroquia de Tufiño, Ecuador. José Mafla / EL COMERCIO

El próximo miércoles se conocerán las causas por las cuales se producen los sismos, que sacuden a Carchi, desde febrero. Los informes serán entregados a las autoridades en Tulcán.

Los técnicos del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional de Ecuador (IG) y del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Pasto de Colombia (OVSP) cruzan los datos obtenidos del monitoreo que realizan en los volcanes Chiles y Cerro Negro.

Esta zona, en la frontera entre las dos naciones, es el epicentro de los movimientos de tierra, según los reportes del IG. "Conocer las causas de los sismos nos servirá para definir los posibles escenarios de riesgo y los temas en los que debemos trabajar". Así explica Galo Valles, coordinador provincial de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos.

Los continuos temblores tienen alarmados a los 2 200 habitantes de la parroquia de Tufiño (Ecuador) y 4 000 de El Resguardo de Chiles (Colombia). Estas localidades son vecinas a las dos elevaciones, consideradas potencialmente activas por los técnicos.

Polivio Malte, morador de Tufiño, recuerda que el 30 de abril, a las 05:43, ocurrió el sacudón más fuerte de este año. Se refiere al sismo de 4,9 grados en la escala de Richter. Al día siguiente el Comité de Operaciones Emergentes (COE), de Carchi, declaró la alerta amarilla a esta zona.

La tierra sigue temblando, asegura el campesino de 62 años. Ante el fenómeno, un grupo de devotos del Señor del Río, el santo que se venera en la región, decidió sacarlo de la Basílica de Chiles y llevarlo en procesión hacia la vecina parroquia de Tufiño.

El cuadro con la imagen de Jesús, vestido con traje rojo y cargando una cruz verde, pesa aproximadamente tres quintales. El 4 de mayo pasado inició el periplo a hombros de los fieles colombianos.

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Detrás de la pintura, decenas de devotos le suplicaban entre rezos que la tierra dejara de temblar. "El Señor del Río regresará a su templo más o menos en un mes luego de recorrer las comunidades de Chiles y de Tufiño", explica Pedro Cuasquer, un campesino colombiano.

En cada localidad se realiza una ceremonia denominada rogativa, que incluye la colocación de velas y plegarias.

Víctor Recalde, párroco de Tufiño, reconoce la devoción de la gente de los dos lados de la frontera. En las misas se explica al pueblo que los sismos son fenómenos naturales, pero que también deben tener fe en Dios.

Mientras tanto, la tradición popular relaciona al Señor del Río con un terremoto que habría ocurrido hace un siglo. Según Malte, sus padres le contaron que un sismo destruyó la anterior iglesia, pero la imagen no cayó al suelo. Al contrario, salió disparada hacia arriba y quedó intacta en una de las torres del templo que no se habría destruido.

La leyenda es conocida en los dos lados de la frontera. Para el sociólogo Juan Flores Ruales, relacionar los fenómenos naturales con la divinidad es una tendencia que existe en todo el mundo.

Explica que a ese pensamiento se le denomina animista. Es decir, considerar que los terremotos, rayos, inundaciones, maremotos, entre otros, tiene un alma que los maneja. Luego, señala, que en la conquista española se relacionó a esa supuesta fuerza sobrenatural con la imagen de Jesús, María o los santos cristianos.

Malte confía en que el Señor del Río termine de una vez con los temblores. Espera que llegue a Tufiño para llevarle unas velas de gratitud.

Mientras confía en el santo, también sigue los consejos de los técnicos. Él y una docena de vecinos decidió instalar una carpa fuera de su casa, al pie de un sembradío de papas.

Usando plásticos y palos armó una cabaña en la que pernocta junto a su esposa y dos hijos. "Queremos evitar que una viga o una pared nos aplaste si hay un temblor muy fuerte. Así nos sugirió la Secretaría".

Pese al nerviosismo, las actividades se desarrollan normalmente en este pueblo, donde sus habitantes hablan en términos técnicos y religiosos.

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