La equinoterapia ayuda a 18 niños en Santo Domingo de los Tsáchilas

Hipoterapia, Santo Domingo de los Tsáchilas

Hipoterapia, Santo Domingo de los Tsáchilas

Un caballo mestizo y de marcha apacible ingresa a la pradera verde. Su nombre es Henry y es el mejor amigo de 18 menores que sufren alguna discapacidad.

Ellos son tratados a través de la hipoterapia, en Santo Domingo de los Tsáchilas, en el noroccidente de Ecuador.

La hipoterapia es un tratamiento que consiste en la utilización de un equino como herramienta para el mejoramiento de habilidades neuromusculares, psicológicas, cognitivas y sociales de personas con discapacidad.

Las fundaciones Ángel de la Guarda, y Fe y Luz utilizan este sistema de monta terapéutica dentro de la ciudad, desde hace aproximadamente tres años.

A Camila, de seis años, le brillan los ojos cada vez que Henry se le aproxima. Pide que la suban al animal. El padre de la pequeña, Juan Carlos Benítez, cuenta que su hija sufre del síndrome de Cri Du Chat, que le produce una discapacidad intelectual. Sonríe al ver cómo la niña sube en el lomo de Henry con una gran habilidad, que era nula antes de conocer la equinoterapia.

Para Marco Quezada, rehabilitador de la fundación Fe y Luz, la mejor recompensa de su trabajo es la mejoría de los pacientes. “Los padres llegan diciendo que sus hijos han corregido su estabilidad, postura, autoestima y muchas cosas más. Ese es el diagnóstico más satisfactorio que se puede tener”.

El experto asegura que las 110 vibraciones que produce, por minuto, un caballo estimula el sistema nervioso de los aprendices jinetes. “El equino es un animal que tiene una marcha muy similar a la de un ser humano, dado que se desplaza sobre tres ejes. Esto hace que el sistema nervioso de los niños y jóvenes asimilen sus pasos como suyos y traten de replicarlos en su rutina diaria”.

Una de las etapas más tristes en la vida de Benítez fue ver cómo su pequeña no lograba caminar a la edad de cinco años. “El deseo de ver que mi niña dé sus primeros pasos me trajo a esta terapia. Hoy en día mi hija puede caminar gracias a este tratamiento”.

“En personas que no tienen ningún tipo de discapacidad, las extremidades se mueven porque se tiene un cerebro que comanda y da órdenes correctamente. Por efecto de la discapacidad, el cerebro de los niños con alguna clase de limitación no puede proporcionar estas órdenes. Lo que hace el animal es brindar indirectamente estas indicaciones trasmitiendo señales nerviosas a través de su galope”, explica Quezada.

El mejoramiento de la movilidad y estabilidad de las personas atendidas es uno de los signos de avance, más frecuentes, según la especialista en kinesiología, Sofía Illescas.

Otro de los felices amigos de Henry es Matías, de nueve años. La parálisis cerebral de este niño mantenía su sistema muscular en constante tensión. Su madre Candelaria Mora sometía al menor a extenuantes masajes que mejoraban su condición momentáneamente. “Su alivio permanente llegó cuando empezó con la terapia en el caballo”.

Según Illescas, el tratamiento hípico es mayoritariamente utilizado por personas que tienen espasticidad, un trastorno motor del sistema nervioso que mantiene permanentemente contraídos algunos músculos.

Esta alteración es generalmente provocada por daños en las zonas del cerebro o de la médula espinal, órganos con los que se trabaja durante el tratamiento.

“El movimiento tridimensional del animal, que es calmado y pasivo, logra relajar los músculos de los pacientes. Se obtiene una disminución considerable de las contracciones de la musculatura, que antes interferían en los movimientos y funciones de la persona”.

Las jornadas de tratamiento consisten en una cabalgata, por alrededor de 25 minutos, acompañada por asistencia lateral, que en la mayoría de los casos es el padre del paciente y el instructor. Estas se practican una vez a la semana en las instalaciones de ambas entidades y tienen un costo de entre USD 10 y USD 15 mensuales, dependiendo de la situación económica de la familia.

Personas con traumatismos cerebrales, esclerosis múltiple, parálisis cerebral, hipoxia o ictus cerebral, entre otras afectaciones neurológicas pueden hacer uso de este tratamiento.

Al final de su jornada, un cansado Henry relincha sin cesar. Su entrenador aduce que el comportamiento del animal expresa que ha cumplido con su noble tarea de sanar cuerpos y almas.

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