Innovar con mente abierta

El apoyo a la innovación y a los nuevos desarrollos tecnológicos gana espacio en la agenda de las autoridades. Las visitas, del Vicepresidente de la República y de ministros de Estado, a compañías privadas que apuestan por invertir en nuevas tecnologías son comunes.

En estos recorridos los empresarios se muestran comprometidos con el país, mientras que las autoridades aprovechan para reforzar su plan respecto al cambio de la matriz productiva. Esta suerte de enlace es positivo y permite pensar en que la innovación empieza a dar pasos firmes en el país. Pero para que las buenas intenciones se conviertan en acciones concretas hay que mirar más allá de las ideologías y ser pragmáticos.

En Ecuador, una de las cifras más recientes sobre innovación señala que en el 2011 se destinaron USD 898 millones para esta actividad. Eso representó el 1,17% del PIB, una cifra aceptable si se toma en cuenta que en la región el promedio no supera el 1%.

Para las autoridades la tarea está en abrir la mente y llevar la mirada hacia regiones (países y continentes), o espacios (centros de estudios y de investigación) que marcan el paso en temas de innovación, área en la que el conocimiento, la investigación, los encadenamientos y las inversiones resultan vitales.

Para las empresas, en cambio, el desafío es innovar desde la concepción de un proyecto productivo.

Hace dos semanas estuvo en Quito Salim Ismail, el fundador de Singularity University, un centro de investigación asentado en Silicon Valley, para hablar de proyectos que, apalancados en las nuevas tecnologías, piensan en solucionar problemas globales de la humanidad.

Las innovaciones a las que se refirió son asombrosas, perecen tomadas de películas de ciencia ficción, pero están en camino y en su avance la ideología queda de lado. Esa visión sobre el desarrollo, ese pragmatismo a la hora de investigar pensando en el beneficio colectivo es el que debe prevalecer al hablar de innovación en Ecuador.

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