Ciudadanos españoles residentes en Perú marcharon en marzo en Lima contra el desempleo, precariedad y corte a programas sociales en su país. Foto: AFP
A sus 63 años, Pedro Cruz no quiere dejar de trabajar, aunque para ello tenga que emigrar a Uruguay. Españoles como él vuelven a poner su brújula en América Latina, y junto a ellos regresan miles de latinoamericanos que se habían expatriado años atrás.
Como les ocurrió a finales del siglo XIX a sus bisabuelos, de nuevo la falta de empleo en España obliga a sus nacionales a desplegar el mapa y probar suerte en una región que el siglo pasado los recibió con las puertas abiertas. Aquí, además, se sienten más valorados profesionalmente y son mejor pagados que en la nación europea.
En la actualidad, “la emigración desde España hacia el mundo, e incluso hacia América, es más educada y más feminizada”, explica Victoria Prieto, investigadora de migraciones internacionales en la Universidad de la República de Uruguay.
“Además, la inmigración extranjera que llega ahora acompaña en gran parte el retorno. Vuelven latinoamericanos que formaron familia fuera, que se casaron y armaron matrimonios mixtos y tuvieron hijos nacidos fuera”, agrega Prieto.
Según datos del Banco Mundial, el PIB de América Latina creció 2,8% en 2012 y 2,5% en 2013, y se estima 2,9% para 2014 y 3,2% en el 2015. En España, el PIB está en descenso desde el 2009, según la misma fuente.
Más de medio millón de personas emigró de España en el 2013, 22,7% más que el año anterior. De ellas, 79 306 eran españoles, según el Instituto Nacional de Estadística español.
Es el caso de Pedro Cruz, un arquitecto que vivía en las islas Canarias que decidió probar suerte en Uruguay a causa de la crisis en el sector inmobiliario. “Yo pensaba que había que abrirse sitio en otro lugar. Siempre he trabajado y estar parado (desempleado) no me gusta, me encuentro mal”, cuenta.
En Montevideo, Cruz consiguió trabajo en un estudio y ahora se prepara para convalidar su título. “En este país, si tú vienes con ganas de trabajar, te lo ponen muy fácil todo”, asegura el arquitecto.
Con 23,67% de desempleo en España, veteranos, pero también jóvenes son los que viajan en busca de una oportunidad laboral. En ese país se valora el conocimiento de idiomas y su formación universitaria, que puede incluir más de una carrera e incluso una maestría.
Por ejemplo, Ainara Castro, una ingeniera industrial de 29 años, decidió probar en Chile.
Sobre su país de acogida, critica que “hay una visión de trabajar demasiadas horas y eso creo que realmente no es productivo y no está en línea con las visiones que hoy hay en Europa”. Aun así, destaca que “la aceptación ha sido superbuena”.En Chile, los permisos de trabajo entregados a españoles crecieron 85% en tres años, de 388 en el 2010 a 2 314 en el 2013, según datos difundidos por el Departamento de Extranjería del Ministerio del Interior.
‘El cambio es positivo’
Junto a ellos están los latinoamericanos que vuelven a sus patrias. Un caso paradójico son los ecuatorianos, quienes a finales del siglo XX comenzaron a viajar masivamente a España atraídos por la bonanza económica y se convirtieron en la nacionalidad latina con más habitantes en el país. Casado y con dos hijas, Álex Puente regresó hace un año a Quito, tras pasar 13 en España. Allí trabajaba en una empresa de seguros y su esposa en un banco.
“Podíamos vivir bien, pero en vista de la situación económica y viendo lo que estaban viviendo los españoles y otros compatriotas tomamos la decisión de retornar”, relata.Ahora gestiona un emprendimiento turístico con su hermano: “Nos dedicamos a hacer paseos y rutas turísticas en bicicleta (…) Vemos que el país nos ofrece algunas oportunidades y que el cambio es positivo”.
Y mientras adultos y niños, retornados y españoles, comienzan una nueva vida pendientes de Europa, otros tienen la posibilidad de regresar a ‘la madre patria’.
Sebastián Otero, de 29 años, retornó a Uruguay desde Galicia “por sentimientos”: echaba de menos a su novia y a su familia. Cuenta que en el bar donde trabajaba como camarero le están pidiendo volver “por la confianza. (Con los compañeros) era como una familia”.
De momento, se queda en su país, pero no descarta volver a hacer las maletas y rehacer el camino andado.