Las mujeres de Otavalo participaron ayer en el desfile de inauguración delKallary Raymi. Foto: José Mafla / EL COMERCIO.
El estruendo de los voladores o juegos pirotécnicos y la música de la Banda Municipal de Otavalo abrieron ayer el desfile de Kallary Raymi (Inicio de la Fiesta, en kichwa).
Luciendo coloridos uniformes de clubes del mundo, futbolistas de 24 equipos locales, marcharon por las calles del Valle del Amanecer dando inicio a la fiesta, que se extenderá hasta el 8 de febrero.
“Un grupo de kichwas de la zona urbana de Otavalo -Imbabura- organizamos esta celebración para dar la bienvenida a los migrantes indígenas que retornan de varios continentes.
Así explica Cristian Ruiz, responsable del Comité de Cultura del Kallary Raymi, la esencia de la festividad que se realiza por primera vez y que incluye actos culturales y deportivos.
Entre los viajeros que regresaron a Ecuador a pasar las vacaciones está José Otavalo. Tiene 34 años y vive en Ámsterdam (Holanda), desde hace 14. Trabaja como comerciante de artesanías andinas.
Luciendo una camiseta celeste con las iniciales KNVB, asegura que los uniformes fueron adquiridos en Europa.
“Lo que más se extraña allá es a la familia. Pero se compensa en las reuniones que realizamos con paisanos, para jugar índor u organizar programas”.
Es un sentimiento parecido al que embarga a Segundo Guashpa, que vive en Barcelona (España). Este vendedor de artesanías comenta que añora desde los churos (caracoles) hasta el cuy.
Es por ello que su madre, que vive en el barrio Copacabana (Otavalo) le espera con esos manjares tradicionales.
Hincha del Barcelona de España y de Ecuador, Guashpa trajo las camisetas azulgrana para formar un equipo con su familiares y amigos.
Según José Quimbo, concejal de Otavalo, elKallary Raymi se replica en la zona urbana, porque anteriormente la fiesta del florecimiento se celebraba en las comunas rurales.
Ruiz asegura que se acordó fijar la fecha antes de la celebración del Pawkar Raymi (Fiesta del Florecimiento), que se organiza en Peguche, y del Sisarik Pacha (Florecimiento del campo) en Agato, a partir del 8 del próximo mes, para no interferir con esas actividades.
Igualmente, en esos poblados la celebración, que tiene una esencia agrícola, ahora también se realiza en honor a los mindalaes, como se les denomina a los comerciantes, artesanos y músicos que han cruzado las fronteras del país.
“No hay nación en el mundo en donde no estén los Otavalo”, asegura Quimbo. No hay cifras de cuántos emigrantes indígenas existen, pero Quimbo calcula que podrían ser de 30 000 a 35 000 kichwas otavaleños.
“Solamente la comunidad de Peguche, que posee 6 000 habitantes, tiene 1 000 de sus hijos esparcidos por diferentes latitudes del planeta”.
La Asociación de Productores Audiovisuales Kichwas (Apak) produjo un documental, titulado ‘Mindalae’, que relata las peripecias de los viajeros.
Según los testimonios recogidos en esa cinta, los primeros aventureros salieron de Imbabura a mediados del siglo anterior rumbo a Colombia, Venezuela, Panamá, Perú y Chile.
Luego en la década del 80 llegaron a Europa. Y en los últimos años recorren Asia.
Luis Enrique Tituaña, de 64 años, reside en Italia casi todo el año. Pero como la mayoría de viajeros otavaleños, retorna durante el invierno, pues no pueden trabajar.
Cree que tiene, al menos, 10 familiares en España, Bélgica, Holanda, entre otros.
La mayoría regresa a Imbabura entre septiembre y febrero y retornan desde marzo, cuando la nieve deja de caer en el hemisferio norte.
En Ilumán (Otavalo), por ejemplo, Humberto Segovia se alista para recibir a su hija Elsa, de 22 años, que reside en Sao Paulo (Brasil). Hace un mes llegó desde el país carioca su otro hijo, que lleva su nombre.