Transportistas quieren subir los pasajes... ¿ y el servicio?

Por el sector de El Trébol (foto) circulan buses que ingresan a Quito desde el valle de Los Chillos y  desde el sur. Foto: EL COMERCIO

Por el sector de El Trébol (foto) circulan buses que ingresan a Quito desde el valle de Los Chillos y desde el sur. Foto: EL COMERCIO

Por el sector de El Trébol (foto) circulan buses que ingresan a Quito desde el valle de Los Chillos y desde el sur. Foto: EL COMERCIO

En una de las paradas de El Trébol, aquella en la que los buses recogen pasajeros que se dirigen hacia el norte por la avenida Velasco Ibarra, hay decenas de personas que se suben en el primer carro que pasa.

Son las 07:00, del pasado jueves y casi todas las unidades circulan repletas. Pasa de lunes a sábado.Pero eso no importa, siempre hay espacio para más personas, aunque vayan -literalmente- ­como ‘sardinas’. “Con tal de llegar a tiempo al trabajo no importa cómo se viaje, aunque sea así”, admite Édison Muriel, estudiante universitario y vecino del barrio Obrero Independiente (suroriente).

El mismo panorama se evidencia en la parada que está en la entrada al barrio San Cristóbal de los Pinos (por el camino viejo a Conocoto), pues por allí cruza la línea Lomas Palmera-Monserrate-U. Central.

Desde las 06:30 hay una alta demanda de estas unidades, las cuales se vacían en el partidero de la av. Simón Bolívar e intersección de la autopista General Rumiñahui (puente). “Ahí se desembarca un montón de gente, pero se sube el doble y vamos colgados”, indica Abdón León, del barrio San Cristóbal de los Pinos.

Historias como estas se repiten en el Distrito y parecería que, en horas pico, hacen falta más buses convencionales aparte de los
2 919 que existen en el momento (incluidos alimentadores).
El maltrato también se reporta en el Corredor Occidental. Carmen Almeida, del barrio El Tejar, cuenta que de lunes a viernes, a las 07:30, se embarca en el bus que va en dirección al estadio Olímpico. “Encima del maltrato debemos aguantar a los arranchadores”.

Para frenar aquello, Almeida sugiere el incremento de unidades de apoyo y crear nuevas rutas. Actualmente existen 140 rutas urbanas y 60 rurales e interparroquiales.

Pero el pedido de Almeida es difícil de concretar porque, como dice Jorge Yánez, presidente de la Corporación de Movilidad, el ingreso a colegios y trabajos se concentra entre las 07:00 y las 09:00, en consecuencia se producen los atascos en los cuatro puntos cardinales de la ciudad.

Agrega que la necesidad de viajar hace que el propio usuario se maltrate sabiendo que la unidad ya está llena. Para superar ese problema, agrega, es urgente una reingeniería de rutas.
Mario Villagómez, director del Observatorio de Movilidad de Quito, insiste en el pésimo servicio de los buses y agrega que “en los 11 años en los cuales no se subió el pasaje se duplicó y hasta triplicó el número de pasajeros por bus, disminuyendo la vida útil del carro”.

Pero Roberto Noboa, director Metropolitano de Gestión de Movilidad, aclara que las unidades fueron diseñadas para llevar personas paradas. Por ejemplo, los buses especiales (rojo y blanco) 32 sentados y de 10 a 15 de pies; y los buses tipo (azules y verdes) van entre 70 y 90 pasajeros sentados y de pies.
Si ha más de ese número, obviamente que habrá problemas. Villagómez está convencido de ello y reitera que una carga en exceso fatiga el chasís, los frenos, la suspensión...

Noboa admite que el parque automotor de los buses de Quito es nuevo, pues de los 2 919 buses el 80% es del 2004 en adelante, y el 11% entre 1994 y 2000.

Otro dato, Noboa recuerda que la vida útil de los buses es de 20 años, aquello fue definido por la Ley de Tránsito y corroborado por las ordenanzas.

Aunque suban las tarifas, la saturacion de las unidades seguirá si no hay un control de las autoridades a los compromisos que se llegaron, por ejemplo movilizar al número de usuarios que se tiene capacidad, indica Roberto Custode, especialista en movilidad.

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