La comunidad Atahual está asentada a lo largo del río Cayapas y los pobladores consumen su agua para los quehaceres. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Las poblaciones chachis y afroesmeraldeñas que habitan a lo largo del río Cayapas y Santiago, en el cantón Eloy Alfaro, no cuentan -en su mayoría- con sistemas de agua potable.
Sus habitantes se abastecen de sus dos afluentes: Cayapas y Santiago, para cocinar, bañarse y beber. El consumo del líquido, sin tratamiento, ha provocado problemas estomacales y en la piel de los infantes, según los moradores.
A lo largo de esos ríos, que cruzan por unas 50 comunidades, pocas familias hierven el agua del río para consumir. Dicen que es más costoso por el gas de uso doméstico y con leña lleva mucho tiempo, entonces la beben al natural.
La única población que cuenta con un sistema es Zapallo Grande (chachi), y San Miguel (afro) donde se desarrolla un proyecto ecoturístico.
Sin embargo, el sistema de Zapallo Grande está colapsado desde hace dos meses. 200 familias dejaron de recibir el líquido, que era entregado por una junta administradora.
Los problemas de salud de los niños, como infecciones estomacales y diarreas, se atienden en el Subcentro de Salud de Zapallo Grande y Santa María. 40 pacientes llegan por día.
Junto a la orilla del Cayapas habita María de la Cruz, en la comunidad Lomo Linda. Ella cuenta que debe madrugar y dirigirse en su canoa a la mitad del río para coger agua clara. Llena cinco canecas y tres calabazas, para cocinar y beber para su familia de tres hijos.
No compran agua de botella, porque les resulta caro. Un bidón cuesta entre USD 2 y 3. “No hay dinero para comprar”.
El valor es alto, porque para llevar un bidón de agua hasta su comunidad, hay que viajar dos horas y media en canoa, hasta la población de Borbón. Ese es el principal centro de abastos de mercancías.
Leonardo Pichota, de la comunidad Calle Mansa, dice que el agua del río no estuviera contaminada sin la actividad minera, como hace 30 años.
Un informe de la Secretaría Nacional del Agua (Senagua), presentado en el 2011, concluyó que el río Cayapas está contaminado por arsénico (20,50 ug/l), debido a la actividad minera, lo que imposibilita el consumo de sus aguas.
La contaminación está directamente relacionada con la minería ilegal a pequeña y mediana escala, explica Pichota.
A largo de ese afluente se encuentra el 70% de las comunidades chachis y afros, que viven de la caza, pesca, agricultura y la madera.
Las aguas utilizadas en la actividad minera bajan por el río Santiago desde las comunidades Juan Montalvo y Aquí Me Quedo, y desembocan en el Cayapas. En el 2011, debido a la contaminación de los ríos, el Municipio de Eloy Alfaro abasteció de agua potable a 49 comunidades del Cayapas y Santiago, recuerda el exalcalde Richard Vernaza.
Esos problemas motivaron los estudios para la ejecución de algunos proyectos de agua potable en Santa María de los Cayapas, donde se ejecuta con una inversión de USD 220 000, a través del Ayuntamiento.
En esa población, una de las más numerosas del pueblo Chachi, se benefician 180 familias. Algo similar ocurre en Loma Linda, donde se construyen otro sistema para 60 familias más. En poblaciones afro como Nueva Unión, Tachina y San José de Tagua, del cantón Eloy Alfaro, también se construye un sistema con una inversión de USD 404 604,05.
El concejal chachi, Wilson Díaz, cree que esa inversión es poca con relación con lo que debe hacerse en las comunidades ancestrales. “Mejorar la calidad de vida de estos habitantes, es también contribuir con la conservación de su cultura”.