La Plaza Grande se llena de vendedores, fotógrafos y turistas

Manuel Mendoza vende ponches en la Plaza de la Independencia hace 46 años. Foto: Mariela Rosero / EL COMERCIO

Manuel Mendoza vende ponches en la Plaza de la Independencia hace 46 años. Foto: Mariela Rosero / EL COMERCIO

El movimiento de la Plaza Grande entre turistas, comercio y política. Foto: Mariela Rosero / EL COMERCIO

Este sábado, 13 de septiembre, la Plaza de la Independencia está como es usual, llena de turistas nacionales. Caminan alrededor del monumento que está en el centro. Y aceptan la invitación de tomarse una foto con los personajes de la película Monster Inc, por USD 2.

Tatiana Peña vino en una caravana de unas 12 personas desde Guayaquil. Ayer llegaron en una unidad de Flota Ecuador, para quedarse tres días en la capital. Acompañan a su hermana Jessica a un mini tour. Vivió 13 años en Italia y está de vacaciones. Quiso visitar primero a Quito. Ahora están en la Plaza Grande, más tarde irán al Panecillo y a la Mitad del Mundo. Por eso quiso que los cuatro niños que viajaron con esta familia tuvieran un recuerdo del lugar del Casco Colonial. Ellos tienen sus propias cámaras, así que los clics son innumerables.

En medio de las ofertas de fotógrafos de este punto de la ciudad se escucha a un hombre que camina entre la gente. Habla sobre el amor a Cristo con una biblia en la mano. Es un predicador. Parece loco porque se acerca a hombres y mujeres, que lo esquivan. Pero no ofende a nadie.

Frente al Portal Arzobispal se ubica una carpa, en donde los seguidores de Alianza País recogen firmas de adherentes. Hay más de 30 personas sentadas, a la espera del turno para dejar su rúbrica. Visten el color verde del movimiento gobiernista.

Manuel Mendoza vende ponches en la Plaza de la Independencia hace 46 años. Foto: Mariela Rosero / EL COMERCIO

En este punto aparecen vendedores de todo tipo de productos: juguetes, pañolones, helados y los tradicionales ponches. Manuel Mendoza lleva 46 de sus 71 años ofreciendo esta bebida tradicional. Viste uniforme blanco. El vaso cuesta entre USD 0,30 y 0,50. Los policías metropolitanos le piden avanzar, no quedarse de pie en un mismo sitio. Pero no se fijan en un joven con la ropa muy sucia, que sostiene en la mano una funda con cemento de contacto. La aspira de vez en cuando, hasta que aparece algún caminante al que le exige dinero.

En la Plaza de la Independencia también se escucha a quienes prometen brindar algo de suerte con un cachito de la lotería con el Pozo Millonario. Y aunque en el Portal Arzobispal tienen puestos fijos los lustrabotas, hay niños que recorren la cuadra que está entre las calles Chile y la Espejo, con un cajón con implementos para poner brillo en el calzado de los caminantes. En la zona se observa a vendedores informales, mendigos, cantantes…

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