‘Un fabricante de bebidas alcohólicas introdujo el licor en las Fiestas de Quito. En 1966 se empezó a repartir botellas en los bailes barriales. Esto degeneró la celebración”. Así lo recuerda César Larrea, fundador de las fiestas en 1959.
Por cuatro décadas, la fiesta, el consumo de alcohol y las ferias taurinas marcaron la celebración de la fundación. Este año, dos de esos elementos quedaron fuera de escena. El licor está prohibido en el espacio público y la Feria Jesús del Gran Poder fue suspendida por Citotusa.
La celebración de la fundación de Quito se remonta a 1959, cuando el diario Últimas Noticias invitó a la ciudadanía a la serenata quiteña. Antes, en el 6 de diciembre, el Municipio solo realizaba una sesión solemne.
Larrea recuerda que artistas y ciudadanía se organizaban para cantarle a Quito. La regla era interpretar música nacional: albazos, pasacalles, san juanitos, etc.
Con los años, los vecinos llevaron la música y el baile, desde el Centro Histórico, hasta los barrios. En el sur nació el ‘Chavezazo’ (en la av. Rodrigo de Chávez) y en el norte el ‘Machalazo’ (calle Machala). La idea era festejar pero los dos eventos masivos desaparecieron por los excesos con el consumo de licor.
Julio Cevallos, presidente del comité barrial de la Quito Norte, recuerda que en el 2010 el baile en el ‘Machalazo’ terminó con una riña callejera que dejó un muerto. Según el Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana (OMSC), ese año hubo 48 muertes violentas, en el periodo del 28 de noviembre al 6 de diciembre (ver recuadro).
Con el objetivo de reducir el índice de violencia durante las festividades, desde hace 12 años se promueve la campaña Vivamos la fiesta en paz. Pero el Municipio fue más allá y estableció una prohibición por ordenanza.
Desde noviembre del 2011, quienes beban o comercialicen alcohol en el espacio público serán multados. La Ordenanza 151 sanciona con USD 146 a quienes beben y con USD 292 a los reincidentes. La Ordenanza 236, desde abril, multa con USD 876 a quienes beban al aire libre en una zona turística: Centro Histórico y La Mariscal. A quienes vendan licor se les clausurará el local.
Para el sociólogo Daniel Granda, esta prohibición es un error, porque universalmente el uso de licor siempre está relacionado con las fiesta. “Son momentos de alegría donde generalmente se han utilizado estupefacientes para que el ser humano eleve el espíritu a otras dimensiones”.
Él sostiene que el quiteño creció creyendo que esa práctica era normal, y que con la prohibición se genera una especie de represión que va en contra de las libertades. “Se debió hacer un proceso educativo paulatino”.
El antropólogo Hugo Burgos advierte que esta restricción no implica que no se consuma licor. La gente busca nuevos espacios para hacerlo, dice. “No llegaremos a ser puritanos ni anglosajones. Se seguirá tomando aunque ya no en el espacio público”.
Larrea recuerda que en un inicio los quiteños sí podían celebrar a la ciudad sin licor. Se realizaban serenatas, elecciones de reinas barriales y bailes, rememora. Él aspira que se destierre la práctica de consumir alcohol, porque “hace daño al espíritu de la celebración y a la gente”.
El ‘Machalazo’ ya no se realizó en el 2011, además, por la falta de apoyo del Municipio. Cevallos relata que en la anterior administración, la Alcaldía gestionaba la tarima, el disco móvil, los artistas invitados y la energía eléctrica. En el 2010 solo se dio el disco móvil y hubo dificultades para conseguir los permisos, debido a la congestión vehicular que provocaba la fiesta, dice. Los vecinos cuestionan los excesivos permisos que se deben obtener para realizar una fiesta barrial.
Tras una solicitud, el Municipio hace una inspección de la vía tomando en cuenta el flujo de tránsito para otorgar el permiso.
El 5 de diciembre del 2001, un conductor ebrio embistió a 30 personas, que bailaban en la av. De los Granados, en el norte. Hubo tres fallecidos. El concejal Pablo Ponce destaca que sin consumo de alcohol las muertes por accidentes de tránsito no han sufrido un incremento significativo (ver recuadro). El consumo de licor también se concentraba en los alrededores de Iñaquito. Este año, sin feria taurina, el sector luce desolado. Según Ponce, en contraste hay 500 eventos con gran acogida, que ya han recibido a más de 600 000 personas.
Desde 1960, Iñaquito fue escenario de corridas de toros. Ese año se inauguró la Plaza de Toros Quito y se realizó por primera vez la Feria Jesús del Gran Poder. “La afición taurina ya formaba parte de la cultura quiteña”, relata Larrea. Habían dos plazas: Belmonte y Arenas. “Estos espectáculos eran casi una necesidad”. Desde el siglo XVI se improvisaban cosos en la Plaza Grande, del Teatro, La Alameda.
Burgos dice que la suspensión de la Feria produjo un vacío. En ese espacio se cumplía un rito social que consistía en exhibirse “no hay ningún acto que lo reemplace y la sociedad buscará nuevos lugares para hacerlo”.
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