El bombardeo en Angostura ha dejado heridas abiertas en México

El 21 de mayo del 2008, la Funeraria Nacional entregó los nichos en donde fueron enterrados 18 supuestos guerrilleros, quienes murieron en el bombardeo. EL COMERCIO

El 21 de mayo del 2008, la Funeraria Nacional entregó los nichos en donde fueron enterrados 18 supuestos guerrilleros, quienes murieron en el bombardeo. EL COMERCIO

[[OBJECT]]Las tumbas están abandonadas. Desoladas. Nadie visita este rincón del cementerio de San Diego, el más antiguo de Quito, en el Centro Histórico.

En este camposanto reposan los restos de los que se presume eran 18 guerrilleros, parte del anillo de seguridad de 'Raúl Reyes', segundo al mando de las FARC. Ellos murieron el 1 de marzo del 2008, en el bombardeo de Angostura, al norte de Sucumbíos. En el ataque también fallecieron cuatro estudiantes mexicanos y el ecuatoriano Franklin Aisalla.

Diez bombas racimo GBU-12-Paveway, de 500 libras, lanzadas desde aviones de las fuerzas colombianas, con cooperación de EE.UU., devastaron el campamento donde Reyes y el grupo pernoctaban.

Ayer se cumplieron seis años del ataque, que desató el rompimiento de relaciones entre Ecuador y Colombia (2008-2012) y una crisis diplomática sin precedentes.

Ese fue un golpe letal para las FARC. En Colombia el grupo guerrillero está diezmado, y actualmente participa en diálogos de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos, en Cuba. En Ecuador, el bombardeo marcó el inicio de un replanteamiento estratégico de las fuerzas militares, que reforzaron su presencia en la frontera (unos 8 000 soldados la vigilan). El Gobierno invirtió millones en equipamiento militar.

Pese a que la información de huellas dactilares, cartas dentales y genéticas de todas las víctimas fue enviada a Colombia, solo el cuerpo de José Miguel Caicedo fue identificado.

En el campo 2 de San Diego uno de los panteoneros no conocía detalles de la ubicación actual de los restos, que el 21 de mayo del 2008 fueron enterrados en tumbas dobles como NN (sin identificar). Se limitó a contar que luego de cuatro años se los exhuma y deposita una fosa común en el panteón.

A inicios de febrero pasado, Colombia indemnizó a los familiares del ecuatoriano Franklin Aisalla, cuyo cadáver fue llevado por los uniformados colombianos a ese país: lo confundieron con el subversivo y cantante trovador 'Julián Conrado', quien está vivo y será uno de los negociadores del proceso de paz en La Habana.

En el 2010, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) admitió una denuncia de Ecuador contra Colombia por la muerte de Aisalla en la Operación Fénix.

Ecuador desistió de su demanda y Colombia accedió a indemnizar con USD 35 000 dólares a la familia Aisalla, según un informe de la funda ción Regional de Asesoría en DD.HH. (Iredh). El papel del ecuatoriano en el bombardeo no ha sido esclarecido. Informes de inteligencia de ambos países lo relacionan como un doble agente. Su familia no ha dado declaraciones a la prensa.

Según Inredh, también se debe reparar al resto de familias de los fallecidos, especialmente a las de los estudiantes mexicanos muertos. "Un acuerdo amistoso no puede darse al margen de la justicia, sin conversar con las familias de todas las víctimas", señala Inredh en un reporte enviado a la Cidh el 24 de octubre del 2013.

Los cuatro mexicanos fallecidos eran estudiantes universitarios, menores de 30 años. Se trata de Juan González, Verónica Velásquez, Fernando Franco y Soren Ulises Avilés. Ellos estuvieron en el campamento de 'Raúl Reyes' hasta el 19 de febrero del 2008, en compañía de su compatriota Lucía Morett, quien sobrevivió al ataque junto a dos guerrilleras colombianas.

"Eran civiles y estudiantes, viajaron para investigar. Como padres no supimos que estaban en un campamento de las FARC. Parece que los invitaron a conocer a 'Reyes' durante un Congreso Bolivariano realizado en Quito días antes, al que ellos acudiero n con fines académicos", dice Álvaro González, padre de Juan, hijo único que realizaba una tesis para licenciarse en Estudios Latinoamericanos. Su tema de estudio eran los conflictos armados.

Los familiares formaron la Asociación de Padres Familiares de las Víctimas de Sucumbíos. El año pasado, con ocasión de los cinco años del bombardeo, presentaron el libro "Sucumbíos, Historia de una Infamia". Este año llevan a cabo actividades para mantener viva su memoria.

Ellos plantean que sus hijos fueron víctimas de dos delitos: no solo perdieron la vida en el bombardeo sino que su memoria fue manchada al acusarlos de terroristas. En esencia, piden que lo ocurrido no quede en la impunidad.

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