El papa Francisco saluda con los obispos participantes en el Sínodo sobre la Familia durante su audiencia de los miércoles en la Plaza de San Pedro. Foto: EFE
Conciliar el dogma con el día a día en las parroquias y comunidades católicas del mundo. Ese ha sido el desafío del Sínodo Extraordinario de la Familia que se clausuró ayer en el Vaticano, tras dos semanas de debate entre 253 obispos de los cinco continentes.
La Iglesia universal queda a la espera de que las resoluciones de un nuevo Sínodo, a realizarse en octubre del 2015, sean la base para que el papa Francisco publique un documento con las reflexiones de las dos asambleas y, eventualmente, las reformas que propone.
Tanto las 39 preguntas del cuestionario enviado a todo el mundo el año pasado, como el documento preparatorio Instrumentum Laboris -publicado en la página web de la Santa Sede-, abordan diversos aspectos de la vida familiar. Los temas incluidos van desde la educación religiosa de los hijos hasta los métodos de control de la natalidad.
Pero los temas de mayor debate han sido, la situación de los divorciados que se vuelven a casar y las relaciones de pareja entre personas del mismo sexo. Tres puntos (52, 53 y 55) no obtuvieron la mayoría de dos tercios requerida, explicó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, pero no quiere decir que han sido rechazados.
Las declaraciones de Francisco desde su elección, alusivas a la apertura y a la misericordia hacia estas situaciones, han levantado expectativas. ¿Hasta dónde pudieran llegar estas modificaciones?
Divorciados esperan opción
El Catecismo de la Iglesia Católica, basándose en los Evangelios, considera en su artículo 2384 que el divorcio es “una ofensa grave a la ley natural”, y que “si el marido, tras haberse separado de su mujer, se une a otra mujer, es adúltero”.
Eso quiere decir que el hombre o la mujer en esa situación ha cometido un pecado que le impide, por ejemplo, recibir la comunión durante la misa, algo que también aplica a las parejas de novios que viven sin casarse.
Según el mismo documento, actualmente la única opción para que un divorciado siga participando activamente en su parroquia o comunidad es que no entable una relación con otra persona.
El Código de Derecho Canónico -ley que rige a la Iglesia- contempla la posibilidad de anular un matrimonio católico, pero solamente en casos específicos y luego de un proceso que empieza en las diócesis locales y requiere una resolución final enviada desde Roma.
El cardenal austríaco Walter Kasper, uno de los más abiertos y progresistas y que el Papa ha elogiado en varias ocasiones, dice que “está creciendo la mayoría” que apoya la propuesta para que los divorciados que se vuelven a casar cumplan un tiempo de penitencia antes de volver a acceder a la comunión.
Pero este optimismo, según apunta la agencia France Presse, choca con las críticas y exigencias de los más conservadores que claman para que “no se toque la doctrina”, tras recalcar que el matrimonio es indisoluble para los católicos.
El resultado será de gran interés para asociaciones de católicos divorciados y separados como las que existen en una serie de parroquias católicas del Reino Unido. Son grupos creados para quienes por haber contraído segundas nupcias no pueden recibir la hostia en una misa, pero tal como se lee en la página web asdcengland.org.uk buscan apoyo espiritual porque “son todavía miembros de la Iglesia Católica”.
Homosexuales, un dilema
El artículo 2357 del Catecismo define a los actos homosexuales como “desordenados”, “contrarios a la ley natural” y afirma que “no pueden recibir aprobación en ningún caso”. Sin embargo, unas líneas más abajo exhorta a que las personas en esta condición “deben ser acogidas con respeto, compasión y delicadeza”.
Pero es lo que dispone el artículo 2359 lo que genera el mayor debate respecto a la inclusión de las personas homosexuales en la Iglesia Católica: “están llamadas a la castidad”. Es decir, el concepto de ‘pareja homosexual’ no está contemplado bajo ninguna modalidad.
El pasado jueves el arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Seistach, reconoció que el Sínodo discutió “la importancia por parte de la Iglesia de reconocer la dignidad de las personas homosexuales”, de acuerdo con un reporte desde Roma de la agencia EFE. Pero la mayoría de analistas en temas religiosos coinciden en que cualquier decisión tomada en el Vaticano estará siempre apegada a lo que dice la doctrina.
A la espera de lo que diga el papa Francisco luego del Sínodo del próximo año, la expectativa se mantiene abierta entre grupos católicos de homosexuales. Hace dos semanas llevaron a cabo un congreso mundial en Lisboa, que incluyó misas y jornadas de oración. Son comunidades que no se muestran abiertamente como tales en sus parroquias, pero aún se sienten parte de la fe en la que fueron bautizados.
Un ejemplo es la Comunidad Católica Gay de Argentina. Su blog empieza diciendo que “creemos que las parejas gais pueden expresar su sexualidad de una forma que esté en consonancia con la doctrina de Cristo”. Y más abajo una mujer identificada como ‘Lalala’ comenta que se siente rechazada por la Iglesia por tener una novia, y aunque en una ocasión un sacerdote escuchó su historia con respeto, “sigo pensando que estoy haciendo algo malo y leo para informarme mejor y quedo más triste, pues la respuesta es siempre la misma: caímos en el pecado y debemos ser castos por siempre…”.
En contexto
Los obispos de Asia que participaron en el Sínodo afirman que hay un debate al que no se le ha puesto mucha atención: los matrimonios de católicos con personas de otras religiones, sobre todo no cristianas, como el islam.