Redacción Siete Días
Aunque pide disculpas y dice que su casa no está arreglada, en el departamento de la actriz ecuatoriana Toty Rodríguez se percibe un orden lógico que representa, en cierta medida, el intenso recorrido profesional de esta actriz de teatro, cine y TV.
Mi nombre es Toty Rodríguez y soy alguien que está continuamente soñando cosas por hacer y cumplir. Soy una mujer que buscó su libertad e independencia y que por consiguiente ha tenido que pagar, pues este no ha sido un camino fácil.
no puedo vivir sin la amistad de la gente linda, sin el cariño de los niños, que aunque no los he tenido lo experimento en los hijos de quienes me rodean. Pero, sobre todas las cosas, no puedo
vivir sin el Amor, así con mayúsculas .
En su hogar, un piano, artesanías, revistas, afiches de obras de teatro, videos y cuadros coloridos (el que más resalta es un retrato de ella hecha por Oswaldo Viteri)…
¿Cuándo supo que esta actividad podía ser su profesión de vida?
Fue en Francia. Allá tuve la oportunidad de trabajar en el plano profesional, bien pagada.
¿Fue como actriz a París?
No. Yo comencé siendo modelo, lo cual, en ese momento era muy bueno para mí, ya que yo estaba muy jovencita.
¿Qué tan joven? ¿Qué edad tenía por entonces?
¡Ay! ¡Fue muy de jovencita! No empiece a preguntar años, ¡ya! (Risas). O si no empiezan a hacer los cálculos y precisamente ahí es cuando nace el chisme.
Hablemos de eso. ¿Al ser famosa está más propensa a que se hable de usted?
Sí, sucede, más que nada aquí en Ecuador. Siempre hay opiniones controvertidas, porque hay gente que socialmente y culturalmente está más adelantada que otra, que es más conservadora.
Usted llegó a Francia como Miss Ecuador y luego decidió quedarse…
Yo debía regresar al Ecuador, pero me enamoré de París. Así que decidí quedarme y permanecí como siete años por allá.
¿ Cómo reaccionaron sus padres acá?
Yo estaba muy sola, por entonces. Más bien fue la gente de la Embajada la que se quejó. A pesar de que son muchos años atrás, yo creo que mis familiares estaban de acuerdo conmigo. Finalmente la familia es la que importa, ¿no?
¿Y las amistades?
Las amistades uno las va haciendo de acuerdo con su temperamento y es más fácil que coincidan con el gusto que uno tiene y las decisiones que uno toma.
En el Guayaquil de aquella época se debe haber hablado bastante de ello, ¿fue así?
La verdad es que yo siempre he tenido una cualidad en mi vida y es que me resbale lo que se diga de mí. A veces ni me enteraba cuando hacían algún comentario y si llegaba a enterarme, me olvidaba al minuto siguiente.
¿Mucha gente se opuso a lo que usted hacía?
En mi época de juventud, el criterio que manejaba la familia era “mi hija no se va a meter al teatro, porque eso solamente lo hacen las p… y los hombres son todos gays”. Mucho peor si querían hacer danza. Hoy, las cosas han cambiado, hay una amplitud de criterios, aunque no ha sido una vuelta total. Ahora le gente respeta y admira más a los artistas.
¿Estos prejuicios que se ven en el país afectaron su equilibrio profesional?
No solamente hay críticas y prejuicios, sino también respaldo. Yo recibí muchas críticas cuando hice la conducción de ‘El Gran Hermano’, pero más de la gente intelectual. Pero yo hasta ahora recibo el cariño y la simpatía de la gente.
¿Le llegó a molestar lo que se decía sobre esta etapa de su trabajo?
No, yo todo lo tomo como trabajo y eso es lo que la gente tiene que entender. Cuando escuchaba las críticas yo decía: “Acaso que esas personas me dan de comer”. Esa era mi manera de defenderme.
Desenfada y amable, y con una pizca de melancolía, Toty Rodríguez enseña los recortes de las notas que le han hecho en el país y afuera; además, sus fotos cuando, de muy jovencita, trabajaba como una modelo en París.
¿Le ha afectado algo que se haya comentado de usted?
Fue algo que yo me enteré mucho tiempo después. Una vez un fotógrafo me había hecho fotos para mi álbum personal. Y este señor se tomó la arbitrariedad de vender las fotos. No sé bien cómo fue, pero alguien las trajo y Vistazo terminó publicándolas. Ese fue el chisme más grande que se armó.
¿Era un desnudo artístico?
Sí, en realidad no se me veía nada, pero en aquella época causó todo un revuelo. Ahora por Internet hay centenares de fotos mucho más provocadoras que esa.
Alrededor de un chisme siempre suele haber bajas…
En este caso fue mi familia. A mi mamá le afectó un poco lo que se dijo. A mí no. Mientras esto sucedía yo estaba en París y no me di ni por enterada.
Se dice que no hay publicidad mala, sino que todo esto puede ser publicidad…
Hay mucha gente que piensa que los chismes y los rumores pueden ayudar a crecer su carrera. De hecho hay algunos que generan este tipo de noticias con una vida personal muy indiscreta y muy pública. Son capaces de hablar hasta de las cirugías que se han hecho, lo cual me parece que es más como ponerse al desnudo.
Pero el chisme no está solo en el espectáculo, sino en la vida diaria, ¿no?
Sobre todo en la de los políticos. Yo he caído en ese pecado. A veces he dado crédito a algo, porque quien me lo contó tenía toda mi confianza, y he cometido el error de transmitirlo sin haberlo comprobado. Y ese puede ser el daño del chisme, que no esté bien documentado (risas). Mentira, yo siempre he dicho que más bien es preferible no hacerlo.