Desde la tranquera

Desde la tranquera

El libro del general González y la barbarie en que vivimos

Bueno o malo, cierto o falaz, oportuno o inoportuno, lo cierto es que el libro del general Ernesto González, en el que dice que el 30S no hubo un golpe de Estado en marcha, tiene una inmensa virtud: le ha puesto al país a ventilar un tema que tenía que haberse ventilado hace mucho tiempo.

Y haber puesto al país a discutir sobre aquel acontecimiento no es poca cosa. Ese día no hubo solo muertes, ni estuvo únicamente en riesgo la vida del presidente Correa o bajo amenaza la estabilidad del Gobierno. Ese día se produjeron hechos que desencadenaron toda una cola de hechos con un costo humano altísimo y una perversidad política sin par en la historia del país.

Pero que un libro haya logrado eso no es solo una virtud. Es también la lamentable evidencia de que el Ecuador vive un dramático estado de barbarie institucional. Porque la conversación que está teniendo estos momentos un sector de la sociedad ecuatoriana tenía que haber sido impulsada por una serie de instituciones que todo sistema republicano que se respete debe tener.

Resulta incomprensible, hasta absurdo y si se quiere trágicamente caricaturesco, que recién a estas alturas, cuando muchos han ido a dar con sus huesos a la cárcel, se escuche por primera vez las versiones del comandante del operativo militar que terminó en los lamentables hechos. O que por primera vez se sepa la versión del entonces ministro de Defensa, Javier Ponce, que ahora salió a hablar, claro, empujado por la incómoda versión del libro.

¿Cómo entender a estas alturas que la Asamblea no haya llamado luego de los hechos a estos dos personajes? ¿Cómo entender que la Fiscalía no haya llamado a Ponce y a González a los pocos días de lo ocurrido?

Esa barbarie institucional permitió que aquello que debía ser investigado institucionalmente para determinar responsabilidades (porque al 30S no se lo ha analizado hasta hora desde la perspectiva de la responsabilidad) haya terminado siendo un producto de extorsión política y de ejercicio propagandístico del Gobierno. La verdad elevada a dogma de fe de que aquel día hubo un intento de golpe de Estado no podía ser cuestionada. Ese dogma de fe, recién ahora, y por obra y gracia de un libro de aparición tardía puede ser discutida abiertamente.

No hay que olvidar que por haber dicho exactamente lo mismo que González dice en su libro, el coronel César Carrión fue a dar a la cárcel durante 6 meses. Que su vida fue destruida, su honra manchada, su familia acosada y su carrera interrumpida.

Que haya ocurrido todo esto durante estos cuatro años es la demostración del oscurantismo y el retraso troglodita que viven las sociedades donde la barbarie institucional se impone.

Réplica
Carta enviada por Fernando Alvarado Espinel sobre este post:
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