Los lucho-leaks son una coartada
Los lucho-leaks son lo último que le faltaba a esta africanización del fútbol criollo, en la que se empiezan a perder las formas de la caballerosidad para ser reemplazadas por otras, menos intelectuales y civilizadas. Por un lado, se graban a escondidas las charlas privadas y se las difunden. Por otro, se ofende a los detractores, comparándolos con perros. Estamos entrando en una zona densa, peligrosa, que cae en lo personal y no en lo profesional, lo que puede generar un divorcio irreparable. El peor escenario, la peor derrota, es que los rivales ya no puedan darse la mano.
La crisis del fútbol ecuatoriano existe, es obvia y palpable. La Ecuafútbol tiene su parte de responsabilidad. Pero parece que deslices como los lucho-leaks están siendo utilizados para esconder el fracaso de determinados dirigentes en sus clubes, incapaces de entender a tiempo el proceso de hiper-mercantilización del fútbol. Es triste, poco romántico, lo que quieran; pero el fútbol profesional ya no es un deporte: es una actividad lucrativa, comercial, un producto que necesita calidad y renovación para seducir al público. Por eso los estadios están vacíos.
Los rivales de Liga, Barcelona, Emelec y los otros clubes no están en la Serie A. Están en España, en Inglaterra, en la televisión por cable, en los estadios que se ven hermosos en HD, en las barras organizadas no como expresión de matoneo sino de devoción religiosa, en los juegos de video realistas, en las camisetas con nombres que encandilan a los niños. Las camisetas de los clubes de Ecuador se venden sin nombres de los jugadores y todos, menos los dirigentes, saben por qué. No le echen la culpa a los lucho-leaks de eso.