Al final, ¿qué mismo pasó?, ¿ganó Luis Chiriboga en esta polémica huelga de jugadores o no? De hecho, ¿hubo algún triunfador, algún beneficiado de esta paralización?
Veamos. Al final, en los hechos prácticos, Chiriboga ni gana ni pierde. No sale menos impopular (¿se puede serlo más?), no sale menos poderoso (no tiene rival visible ni envalentonado) ni tampoco sale más desgastado porque, sencillamente, el meollo del problema no es de su incumbencia. Si hay clubes rematadamente mal administrados, es culpa de sus directivos.
Los dirigentes de los clubes, con su negligente manejo de sus presupuestos, con su ego desbordado de gloria y cálculos políticos, con su despiste que raya en la ternura son los que crearon este drama. Chiriboga, un superviviente en estos artes, resuelve la huelga con dinero de la FIFA (o sea, del Cielo ganado por los jugadores y Rueda) y con recursos de los futuros derechos de TV. Chiriboga hasta salió de este embrollo con la amplia sonrisa que otorga la autosuficiencia, demostrando que es el amo y hasta proclamando que si su familia le da permiso (¿lo mismo dijo Correa?), hasta se anima a la reelección en enero.
¿Y los demás actores, como quedan? Los jugadores, no tan bien. Su huelga fue por dineros atrasados pero sus propuestas de cambios no son totalmente de fondo y no han tenido un decidido respaldo de los jugadores del exterior. Los legionarios casi no han dicho nada. Su líder, Iván Hurtado, estuvo ausente del debate por líos personales y dejó que Edwin Tenorio comandara todo. Tenorio se lució aunque al final debió permitir que Hurtado, ahora reconvertido en político, acabe la negociación.
Lo de Hurtado es triste pues también es legislador y ya en el 2013 decía en público que el fútbol ecuatoriano estaba en problemas. ¿Y qué hizo? Poco. Como sus colegas de bancada, festejaron con la Tricolor en actos exagerados e inmerecidos incluso antes de jugar los partidos del Mundial. ¡Y ahora se dan cuenta del horror del fútbol! Si la Tricolor le hubiera ganado a Suiza, seguirían bailando.