La vuelta al mundo en 80 ideas

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La venganza post mortem del fiscal Alberto Nisman

Parece una novela negra de Solange Camauër. Pero no lo es. Se trata de una trama real. La muerte (¿asesinato? o ¿suicidio inducido?), el 18 de enero pasado, de Alberto Nisman ha puesto de cabeza al Gobierno de la saliente presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner.

El Fiscal Federal había presentado una denuncia contra la viuda de Néstor Kirchner por el supuesto encubrimiento del grupo de iraníes que perpetró el atentado terrorista contra la sede en Buenos Aires de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). Ese ataque, el 18 julio de 1994, se cobró 85 vidas. Además, hubo 300 heridos.

Aníbal Fernández da la más reciente demostración del ‘nerviosismo’ que ha activado en las alturas del poder el caso Nisman -un ‘thriller’ político con un final impredecible- . Este miércoles 18, el Jefe de Gabinete, uno de los hombres de mayor confianza de la Mandataria, ha arremetido contra el fallecido Fiscal, quien ya no está en condiciones de defenderse. Aunque Nisman sí ha dejado suficientes indicios y documentación como para alterar los nervios de más de uno.

Para los residentes en países en los cuales ha echado raíces el neopopulismo, los dichos de Fernández no debieran tomar de sorpresa. ¿Qué ha dicho? Una retahíla de insultos. Esta es la cita textual: “Estamos en manos de un montón de sinvergüenzas, incluyendo a Nisman (…) Se le dieron muchos fondos para que esclarezca el caso AMIA y ver quiénes eran los responsables del atentado a la AMIA y el los dedicaba para salir con minas (mujeres, en la jerga argentina) y pagar ñoquis (empleados que se presentan solo el día de pago)”.

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Por ahora, las declaraciones del Jefe de Gabinete son una pieza más del rompecabezas que el kirchnerismo ha tratado de armar alrededor del caso.

La primera pieza, que nunca terminó de encajar y con seguridad ya está en el tacho de basura de algún despacho, hacía alusión al posible homicidio del Fiscal. Por ahí apareció la incómoda empleada que aseguró que Nisman le había entregado una lista de compras para la semana siguiente. Un potencial suicida no está para encargos.

Peor aún: también asomó Damián Patcher, un periodista igualmente incómodo. Él fue el primero en difundir en la red social Twitter la noticia sobre la muerte (¿asesinato?) del funcionario judicial que –según ha dicho- “pudo arruinar los planes de alguien”. Así pasó a ser perseguido por agentes de Inteligencia, según lo ha denunciado en una columna escrita para el diario israelí Haaretz, que se publicó bajo el título "Por qué escapé de la Argentina tras haber dado la primicia de la muerte de Alberto Nisman”.

Patcher, quien tiene la doble nacionalidad argentino-israelí, en el epílogo de su columna, ha hecho una afirmación dura: "La Argentina se convirtió en un lugar oscuro conducido por un sistema político corrupto". Para proteger su vida, ha señalado, permanecerá en Israel por tiempo indefinido.

Desechada la pieza (tesis) del suicidio, había que buscar otra. ¿Cuál? La del ‘suicidio inducido’.

En forma paralela, el Ejecutivo ha enfilado sus baterías hacia Antonio ‘Jaime’ Stiuso, el ex jefe de Inteligencia, al dar a entender que estaría detrás de la muerte de Nisman. El ex espía, que ya ha declarado como testigo, también se fue de la Argentina porque, según ha referido su abogado, “teme por su vida”. Pero Stiuso ha sido acusado de contrabando y evasión fiscal por la importación de 94 000 kilos de mercadería, entre el 2013 y el 2014. Es decir, cometió los presuntos delitos cuando estaba al servicio del Gobierno.

Con la marcha de Patcher y ‘Jaime’, entra en escena una nueva pieza, según dejan en evidencia las palabras de Aníbal Fernández. Se trata de la desacreditación y ‘satanización’ a todo nivel del desaparecido Fiscal. Un empeño que demandará mucho esfuerzo, conforme lo ha señalado el filósofo argentino Santiago Kovadlof. ¿Por qué? Porque "cuando se ataca a un muerto es porque el tipo está vivo. ¿Y que está vivo qué quiere decir? Que Nisman alcanzó un grado simbólico de significación para buena parte de la sociedad argentina que el Gobierno está tratando de decapitar", declaró a Radio Mitre.

En todo caso, los dichos de Fernández dejan en claro que la trama del ‘thriller’ político que se vive en la Argentina se seguirá escribiendo día a día. El final, lógicamente, es impredecible.