La línea que separa el derecho que tiene un político de dar muestras de fuerza popular con el abuso a la ciudadanía es muy delgada y el Gobierno la cruzó de forma brusca. La feria artesanal que organizó en la Plaza Grande, el jueves 19 de marzo, día de las marchas opositoras, resultó ofensiva. Primero, porque ocupó un lugar que no contaba con el debido permiso municipal que, para este caso, es la única autoridad. Como el Gobierno de Alianza País se cree por encima de las leyes, no le importa pasar sobre ellas.
No solo eso. En su comprensible afán por controlar un lugar estratégico de la ciudad, para que la oposición se no apropie de él, puso allí a sus militantes.
Sin ninguna supervisión sobre el uso de la Plaza Grande, la feria de Alianza País causó destrozos al Patrimonio capitalino que son reprochables en todo sentido. ¿Quién se va a doler por los costos que signifiquen la reparación de las losas mármol del Monumento a los Próceres, o los clavos que se introdujeron al atrio de la Catedral y a las pilastras?
Recorrido del alcalde Mauricio Rodas por la Plaza Grande y Plaza San Francisco para constatar los daños por las marchas. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
Fotos de los partidarios del gobierno de Rafael Correa que fueron a la Plaza Grande. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
El desagradable escenario en el que se hallaba la Plaza por la feria oficialista se compara con los daños que causó la concentración política en respaldo al gobierno de Lucio Gutiérrez del 16 de febrero del 2005. Fue exactamente, dos meses y cuatro días antes del descalabro de su Presidencia. El entonces Mandatario, severamente cuestionado por haber metido las manos en la Justicia (patrocinó vía decreto la cesación de la Corte Suprema de Justicia, la creación de la ‘Pichi’ Corte que trajo de vuelta a Abdalá Bucaram y la reestructuración de los tribunales) organizó una de sus consabidas contramarchas para minimizar la nutrida protesta que, bajo el liderazgo del alcalde Paco Moncayo, recorrió el centro de Quito.
La oposición cuestionaba el irrespeto institucional del Régimen de Gutiérrez y este respondió con un nutrido plantón que destruyó toda la jardinería de la emblemática Plaza Grande.
La marcha que apoyó al expresidente Lucio Gutiérrez se concentró en la Plaza de la Independencia. Foto: Archivo / EL COMERCIO
La marcha que apoyo a Lucio Gutiérrez destruyó las plantas y flores de la Plaza Grande. La restauración de la Plaza estuvo a cargo del Fonsal o ahora Instituto Metropolitano de Patrimonio. Foto: Archivo / EL COMERCIO
Las tensiones políticas no cesaron desde entonces y Gutiérrez, sumido ya en la debilidad, se cayó del poder el 20 de abril, luego de la llamada Rebelión de los forajidos.
En este post no se pretende, bajo ningún concepto, predecir los efectos políticos que necesariamente se desprenden de marchas como las del 19 de marzo o como las que ocurrieron hace una década.
Lo que se busca es llamar la atención de los políticos gobiernistas que, en su estado de propaganda, se jactan de haber enterrado el pasado, pero que en la realidad solo exhiben las mismas prácticas chocantes de gobiernos anteriores. Proceden igual que ‘los tirapiedras’ a los que tanto critican y que no pierden ninguna oportunidad para causar desmanes y demostrar su vandalismo, como se evidencia en varias paredes del Centro Histórico y la Plaza de San Francisco.
No, señores. El Ecuador no ha cambiado.