Retrospectiva

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Correa, el endeudamiento y los gobiernos militares

Infografía sobre la deuda ecuatoriana con los gobiernos militares. Fuente: ‘Dolarización Oficial y Regímenes Monetarios en el Ecuador’ de Marco Naranjo; ‘Deuda y Desarrollo en el Ecuador Contemporáneo’ de Osvaldo Hurtado y ‘La Deuda Eterna’ de Alberto Aco

Infografía sobre la deuda ecuatoriana con los gobiernos militares. Fuente: ‘Dolarización Oficial y Regímenes Monetarios en el Ecuador’ de Marco Naranjo; ‘Deuda y Desarrollo en el Ecuador Contemporáneo’ de Osvaldo Hurtado y ‘La Deuda Eterna’ de Alberto Aco

Por varios aspectos, los gobiernos militares de los años 70 y el de Rafael Correa tienen un parecido asombroso. La dictadura que derrocó a Velasco Ibarra en 1972 dio paso al período de gobierno militar más largo que haya tenido el Ecuador. Fueron siete años divididos en dos momentos: el de Guillermo Rodríguez Lara (1972-1976) y el del Triunvirato (1976-1979). La Revolución Ciudadana, en cambio, es el mandato más largo dentro un período democrático.

Tanto los gobiernos militares como el de Rafael Correa tenían el control de todos los poderes del Estado. Hace 40 años, la oposición luchaba por lograr un relevo generacional, luego de haber jubilado al velasquismo. La de ahora aún no se consolida, tras haberse sepultado la mal llamada ‘partidocracia’.

Un factor común esencial entre ambos períodos radica en que tanto esas dictaduras como Alianza País administraron las mayores bonanzas petroleras que haya tenido el Ecuador en su historia.

En estos ocho años, la Revolución Ciudadana ha exportado, en petróleo, USD 83 500 millones según cifras del Banco Central; en tanto que los militares lo hicieron con cerca de USD 5 000 millones.

A simple vista, esas cifras no guardan relación alguna. Pero no es así. Los USD 5 000 millones que se exportaron entre 1972 y 1979 corresponden, en promedio, al 12% del PIB ecuatoriano de esos años, mientras que en la Revolución Ciudadana, según palabras del propio Correa, el PIB petrolero representa el 22% del actual Producto Interno Bruto.

Las semejanzas cobran entonces más sentido. Gracias a esa ingente cantidad de recursos económicos, los militares y Correa impulsaron un modelo desarrollista basado en el gasto estatal, la inversión pública y el imparable consumo de unas fortalecidas capas medias.

Así como Correa se ufana de haber desplegado la mayor obra pública de la historia con la construcción de carreteras, escuelas, hospitales y la tecnificación del país, el General Rodríguez Lara se enorgullece de exactamente lo mismo. Ambos hablan de haber liderado un gobierno nacionalista y revolucionario.

Es correcto apuntar que el período militar tuvo dos gobiernos y Alianza País solo uno, pero también es fácil sugerir, con un poco de suspicacia, que los primeros años de la Revolución Ciudadana se parecen mucho a la administración de Rodríguez Lara.

Mientras que las últimas acciones de Correa, en el campo financiero, se asemejan más las que tomaron los triunviros en la etapa final de ese período.

Es aquí donde entra la más dramática coincidencia: la curva ascendente en el endeudamiento ecuatoriano. En su libro ‘La Deuda Eterna’, unos de los textos económicos más citados en los años 80 y 90 en el Ecuador, Alberto Acosta describe que los años del petrolerismo, bajo el control militar, mostraban “una aparente senda ascendente de la economía que no tenía perturbaciones estructurales” y que esa sensación de riqueza sin fin permitió que el Estado, aupado por los gobiernos extranjeros y organismos multilaterales de crédito, facilitaran préstamos que, a inicios de los años 80, cuando el período democrático había comenzado, se volvieron impagables.

El fácil endeudamiento del Ecuador correspondió a la etapa final del período militar. Los cuadros que Marco Naranjo Chiriboga incluye en su libro ‘Dolarización Oficial y Regímenes Monetarios en el Ecuador’ indican cómo, a partir de 1977, el porcentaje de variación anual del endeudamiento se disparó en un 82% con respecto a 1976 y en un 135,4% en 1978.

De esta manera, tal y como señalan los cuadros detallados líneas abajo, dejaron al Ecuador con un monto de endeudamiento superior al 35% de su Producto Interno Bruto.

Fuente: ‘Dolarización Oficial y Regímenes Monetarios en el Ecuador’ de Marco Naranjo; ‘Deuda y Desarrollo en el Ecuador Contemporáneo’ de Osvaldo Hurtado y ‘La Deuda Eterna’ de Alberto Acosta

Las últimas gestiones del Gobierno actual confirman que en los últimos tres años, el endeudamiento del Ecuador se ha incrementado igual que sucedió con los militares. Es así que, por el momento, la relación deuda /PIB, según datos del Banco Central, supera el 25%.

Infografía sobre la deuda ecuatoriana en el gobierno de Rafael Correa. Fuente: Banco Central del Ecuador y Ministerio de Finanzas

Es preciso señalar que los militares tuvieron hasta el final de su mandato un precio alto de petróleo y que pese a esa bonanza, el endeudamiento fue descontrolado. Los gobiernos democráticos de Jaime Roldós y, sobre todo, el de Osvaldo Hurtado tuvieron que lidiar con el ajuste estructural de aquel festín. Una de las consecuencias de aquello fue la polémica sucretización de la deuda privada. La situación actual es un tanto distinta, sobre todo en lo que corresponde al 2015, donde el endeudamiento que ha gestionado Correa es una respuesta a las necesidades de financiar el presupuesto por la drástica caída del precio del petróleo.

Este ejercicio de comparación nace desde la historia, por lo tanto puede estar supeditado a muchas otras variables que busquen desvirtuar su hipótesis central. Por ejemplo, los militares manejaron moneda propia; Correa tiene el dólar. Ambos esquemas monetarios tiene virtudes y defectos. La inflación entre 1972 y 1979 promedió el 13%; la actual, desde el 2007, ha promediado el 4%.

Por otro lado, el Ecuador de los 70 tenía un aparato productivo menos diversificado que el de hoy. Pese a ello, Rodríguez Lara, al igual que Correa, soñó con un cambio de matriz productiva construido sobre la base del modelo cepalino de sustitución de importaciones.

Lo que sí es preciso señalar, a manera de conclusión, y recogiendo lo que Alberto Acosta decía en los años 80 y 90 con respecto a la deuda, el país en esa bonanza petrolera fue proclive a entrar en la senda del endeudamiento fácil, pues los agentes externos (los gobiernos y organismos multilaterales) entregaban recursos sin mayor complicación, mientras que las autoridades y empresarios locales fueron sumamente irresponsables al permitir semejante tentación.

Cuarenta años después, Correa insiste en que endeudarse es el camino correcto para mantener la inversión pública, insistiendo en que no hubo nada de malo en que de la riqueza petrolera que le llegó desde el 2008 no se haya destinado nada al ahorro.
Y como buscar créditos en los multilaterales, que prestan a bajo interés, ya no es tan fácil por toda la cantaleta soberanista que la revolución ciudadana echó en su contra, el gran prestamista de ahora es China. ¿Cuál será el epílogo? ¿El ajuste estructural de la economía? No lo sabemos.