La 'Tri' femenina potencia su físico

Ligia Moreira (der.) domina el balón en un entrenamiento de la Tri, en Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes /  EL COMERCIO

Ligia Moreira (der.) domina el balón en un entrenamiento de la Tri, en Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

Ligia Moreira (der.) domina el balón en un entrenamiento de la Tri, en Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO

Las jugadoras de la selección femenina se preocuparon cuando se enteraron que en este microciclo se las volvería a pesar y analizar su rendimiento físico. La última vez que cumplieron ese proceso fue el año pasado, antes de las festividades navideñas.

“Hay tres con sobrepeso” comentó el preparador físico Hólger González, durante la práctica vespertina del martes pasado, sin especificar los nombres de las jugadoras. Ellas agachaban la cabeza mientras realizaban trotes.

Aunque el especialista mencionó la irregularidad, quedó tranquilo al constatar que el índice de masa corporal (IMC) general es de 22.5. Según la tabla que maneja la Organización Mundial de la Salud, esa cifra es óptima, considerando el peso y estatura promedio de las jugadoras.

El cuerpo técnico de la Tri femenina, que afrontará el Mundial de Canadá a partir de junio, quiere mantener esas cifras para la cita ecuménica. Por eso le dedicaron tiempo completo a la preparación física, desde el pasado lunes.

Para llegar a esa medición, González pesó y midió a cada una de las jugadoras el lunes pasado. Él dividió el promedio del peso en kilos (59.83) y la estatura de las futbolistas.

Eso lo hizo el martes por la mañana, para poder llevar un control adecuado de la selección. Esta es la segunda vez que González forma parte del cuerpo técnico que encabeza Vanessa Arauz. Lo antecedió Eduardo Moscoso, quien le transfirió los datos acumulados en la primera etapa.

Moscoso viajó a Paraguay acompañando a la selección Sub 17, que jugará el Sudamericano en ese país. “Pudimos conversar, pero cada quien tiene su sistema de trabajo”, manifestó González.

Las 25 jugadoras, que permanecen concentradas en las instalaciones de la Fedenador, han trabajado a dos y tres jornadas diarias. Allí realizan circuitos de potencia, trotes y trabajos con pesas. Eso para crear una base de resistencia aeróbica.

Ellas también hicieron el test de Cooper, que consiste en correr sin parar, cubriendo la mayor distancia posible en 12 minutos. Eso sirve para medir el consumo de oxígeno y mejorar la capacidad cardiovascular.

Además realizaron otro test, denominado maximal, donde las jugadoras realizaban ejercicios levantando su propio peso.
Esta etapa de preparación también servirá para que los músculos se adapten a los trabajos que se realizarán en los dos últimos microciclos. En el futuro se trabajará la velocidad y fuerza explosiva y para eso se debe crear una base muscular.

Arauz priorizó estos trabajos, para tener un control en el peso y la preparación de las jugadoras, que por ahora han tenido poca actividad. El campeonato nacional femenino recién se inició el 28 de febrero pasado, con 12 equipos participantes.

Junto a su cuerpo técnico, ella cuidará que las futbolistas mantengan el peso adecuado y la capacidad física óptima antes del Mundial, que será en junio. En conjunto han planificado una dieta donde se tendrá un cuidado especial con los carbohidratos y grasas.

A nivel sudamericano el biotipo de las futbolistas es similar, eso quedó evidenciado en la última Copa América, donde las ecuatorianas se mantenían a la par -en estatura- con las futbolistas de otras selecciones.

“Ser alto o tener contextura musculosa no garantiza el éxito en el fútbol”, puntualizó Arauz, cuando se le consultó sobre las condiciones físicas de su plantilla.

Con ese criterio coincide Tamara Angulo, que con 1,66 metros es la zaguera más alta de la Tri. Ella sabe que su estatura podría representar una desventaja en el juego aéreo, pero eso lo complementará con anticipo a sus rivales.

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