Aprendió a patear un balón a los 5 años a escondidas de su madre. Hoy, Naomi Martínez tiene 17 y no concibe su vida sin el fútbol.
Dar pases, gambetear, barrerse sobre el césped… son acciones que le ponen color a su vida. Se acostumbró a ejecutarlas en una cancha de tierra, cerca de su casa en Lima, y espera seguir mostrando su dominio con el balón por mucho tiempo más. Hoy lo hace en la Copa América Femenina, representando a la Selección peruana.
Martínez, volante de 1,58 metros de estatura, se aficionó por el fútbol después de ver jugar a chicos mayores a ella. Las niñas del barrio, cuenta, permanecían dentro de sus casas y no le quedó otra opción más que unirse a los varones.
Martínez jugó hasta los 12 años a escondidas de su madre. Tenía miedo de que le prohibiera continuar con ese gusto. Pero su padre fue el encargado de delatarla después de verla en aquella cancha de tierra. “Me dijo: tú juegas bien. Y habló con mi madre, de la que está separado”.
Convencido del talento de su hija, la acompañó a buscar un equipo. Ingresó a la escuela de Roberto ‘Chorri’ Palacios. Allí permaneció por un tiempo, aunque no recuerda cuánto con exactitud. Aprendió técnicas del fútbol y a compartir con sus compañeras.
Después de analizar las ventajas y desventajas de dedicarle tiempo al fútbol, se alejó. Siguió con sus estudios. En ese tiempo, asegura, no fue feliz. Extrañaba driblar, correr por las bandas, marcar goles…
Más tarde, como si se tratase de una obra del destino, un día mientras iba a clases observó a un grupo de mujeres disputar un cotejo en una cancha sintética. Dejó que el metro se pasara y se les unió. Fueron campeonas y al año siguiente se vinculó al Alianza Lima. Sus habilidades para manejar el esférico la vincularon a las selecciones Sub 17, Sub 20 y ahora, a la de mayores.
Ese mismo talento le permitió a María José Cáceres viajar a Ecuador para representar a su país en la Copa América.
La volante de 18 años y 1,67 metros de estatura juega desde los 12 años al fútbol. Aprendió a manejar el balón con la guía de su padre y de su hermano.
Como le sucedió a la mayoría de las 22 seleccionadas peruanas, empezó a jugar en la cancha del barrio. Después lo hizo en el colegio y más tarde en un club llamado Zurco. Ahora, al igual que Martínez, forma parte de la plantilla de Alianza Lima.
El fútbol para Martínez también es parte de su vida. Con una sonrisa admitió que no podría vivir sin él. Es por eso que decidió estudiar Educación Física. Su sueño es convertirse en entrenadora y seguir los pasos de la española Marta Tejedor.
A la DT la conoció en diciembre, cuando fue convocada a la Selección para participar en la Copa América.
La confianza de la DT también espera la delantera Lyana Chirinos, que llegó desde Estados Unidos para vestir la camiseta de su Selección después de cuatro. La futbolista de 22 años empezó a jugar cuando era niña motivada por su padre y su hermano.
Más tarde se vinculó a la academia de Olienka Salinas y al JC Sport Girls. Tras ese ascenso en el fútbol femenino, Chirinos cumplió uno de sus grandes sueños: ser convocada a la Selección Sub 20.
La noticia la puso feliz, aunque al final no jugó, ya que una lesión, cuatro días antes del viaje, la dejó fuera de la plantilla.
Chirinos se recuperó. Después logró su meta: una beca deportiva en la Universidad de Georgia. Su hermano, en cambio, estudia en Miami.