Autogoles de Sixto Vizuete

Un entrenador exitoso debe ser, al mismo tiempo, hincha, dirigente, animador, psicólogo, instructor y consejero familiar, entre otras cosas. Para los jugadores, debe constituirse en un líder y para la dirigencia en un ser implacable. Propietario de una fortaleza mental que le permita procesar emociones fuertes transformándolas en ideas claras para estructurar discursos fáciles de comprender y de poner en ejecución.

Jamás explicará sus equivocaciones o derrotas endilgando responsabilidades a otros.

Así lo entienden los destacados, llámense estos Mourinho, Ferguson, Del Bosque, Guardiola, Simeone, Löw. De boca de ellos jamás podrá escuchar una frase en contra de los suyos. Al contrario, ellos absorben toda la presión negativa que viene de afuera para cuidar a sus jugadores. Respetan trayectorias y referentes. Resuelven profesionalmente cualquier conflicto que se pueda presentar, sin acudir a la autocompasión o al irrespeto.

Mientras tanto, en Ecuador Sixto Vizuete despilfarra su credibilidad -poca o mucha-. El técnico de la Selección Sub 20 que compitió en el Sudamericano de la categoría en Uruguay se autoinmola por sus imprudencias dialécticas e ingresa en polémicas innecesarias con quienes cuestionan su trabajo.

En lugar de reconocer sus equivocaciones, prefirió realizar declaraciones caracterizadas por la arrogancia. La culpa no es de Vizuete. La Federación Ecuatoriana de Fútbol es corresponsable porque nunca contrató un asesor de comunicación o un asistente con trayectoria en equipos de la Primera A.

No se pueden negar los méritos de Vizuete como formador de futbolistas. Sin embargo, sus actuaciones al frente del combinado nacional (eliminatorias al Mundial de Sudáfrica 2010) y esta última en su entorno predilecto, el de las formativas, demostraron que le falta jerarquía para llegar a la Selección.

Tener la cédula ecuatoriana no significa ser un buen DT. Los técnicos son malos o buenos más allá de conceptos nacionalistas.

Mantener al entrenador cuestionado en todos los niveles le puede significar a la Tri un revés doloroso.

La coherencia obliga a buscar candidatos. Un desafío que probará la inteligencia y recursos de gestión de la dirigencia. No hay tiempo para tibias modificaciones. Hay que nombrar un seleccionador con jerarquía.

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