Esta terraza, de Fabián Espinosa, fusiona servicios y paisaje. Foto: El Comercio
Además de incorporar vegetación tienen equipamientos para el relax y la socialización entre propietarios y vecinos.
Las terrazas y balcones no son inventos recientes. El clima benigno de Quito y la tradición andaluza de nuestra arquitectura los incorporó en las fachadas de las casas, como se ve en el Centro Histórico, explica Fabián Espinosa, arquitecto.
No obstante, los tiempos han cambiado y los edificios modernos son más simples y estilizados. Los espacios habitables se reducen más y, obviamente, no tienen lugar sino para una terraza comunal.
El estilo de vida actual también conspira contra el desarrollo de estos elementos constructivos. Las ciudadanos de hoy tienden a realizar su vida ‘puertas adentro’ y viven al apuro y en relativo aislamiento, asevera Espinosa.
Paradójicamente, la topografía quiteña permite la edificación sobre terrenos en declive, lo que da paso a la creación de los llamados ‘departamentos aterrazados’. Esta tipología aprovecha los desniveles del suelo para incorporar terrazas que tienen como objetivos mejorar el hábitat mediante la incorporación de decks, asaderos, spas y hasta piscinas.
Las pérgolas, de madera o de metal, son características de estas estancias. Las que son cubiertas, además, protegen contra los rayos solares o los aguaceros quiteños, tan comunes como inesperados.
Los cortavientos (de metal, madera o vidrio) también tienen funciones parecidas y, además, contribuyen a la mejora estética del lugar, explica Jorge Bailón, arquitecto.
Espinosa recalca que el equipamiento de las terrazas es muy variado y va desde chimeneas exteriores, pérgolas de metal, hormigón o madera, cortavientos en metal o vidrio, pequeñas piscinas y piletas, hasta salas y comedores exteriores totalmente equipados y amoblados. Las cocinas exteriores son fabricadas para el efecto con acero inoxidable.
Son los nuevos sitios de reunión y de interacción, tanto familiar como comunitaria; ideales para departir, socializar, bailar, descansar… Algunos emprendimientos de alta gama las fusionan con salas de juegos (billar, ajedrez, barajas…).
Las terrazas comunales son otro cantar. Las que son subutilizadas o dedicadas a menesteres como acoger los tendederos de ropa aún existen, pero cada vez son menos.
La tendencia actual es aprovecharlas para tareas ecológicas, decorativas o utilitarias, explica Patricio Proaño, del edificio Elite Plaza II.
En este edificio se habilitaron dos terrazas verdes que, al mismo tiempo, son utilitarias; es decir, tienen equipamientos para la interacción entre vecinos: asadero, cancha de minigolf y gimnasio adjunto. ¿Lo verde? Porque poseen plantas (medicinales, decorativas) y no son contaminantes.