El subcomandante Marcos dejó de existir como portavoz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Aquel encapuchado, percibido como lÃder e Ãcono del cambio social y la ubicuidad mediática, se desvanece por decisión colectiva de las comunidades zapatistas.
Marcos proclamaba que era gay en San Francisco, negro en Sudáfrica, asiático en Europa, chicano en San Ysidro, anarquista en España, palestino en Israel, indÃgena en las calles de San Cristóbal, judÃo en Alemania nazi. Era todos y nadie, innominados por ser multitud. El comunicado expresa la convicción y la práctica que para rebelarse y luchar no son necesarios ni lÃderes ni caudillos ni mesÃas ni salvadores. Para luchar solo se necesita un poco de vergüenza, un tanto de dignidad y mucha organización. Quedan los letreros de madera donde se sostenÃa que en ese territorio manda el pueblo y el Gobierno obedece.Queda la duda si lo que percibimos como realidad no es más que hologramas, incluidos el poder, la fama, la fortuna, el subcomandante Marcos, la democracia de leyes reciclables y los Prometeos desencadenados.