Los sensores y microsensores o IOT (Internet of Things) o Internet de las Cosas. Son tecnologías que colocadas en cualesquiera objetos son capaces de captar todo tipo de datos: de tráfico, de movilidad, residuos, iluminación, de componentes, de eficiencia, entre otros. Su mayor exponente son los dispositivos móviles que monitorean constantemente a su portador.
Estos aparatos se usan para diversidad de aplicaciones y cuando se une con plataformas, software o servicios digitales para captar el vertiginoso movimiento de las ciudades, identificar sus problemas, monitorearlos, evaluarlos e incluso llegar a plantear posibles soluciones basadas en datos, aparece el concepto denominado, ciudades inteligentes.
El Ministerio de Telecomunicaciones, a través de informes sobre el nivel de madurez para ciudades y comunidades inteligentes y sostenibles de 2021, 2022 y 2023 del Ecuador, determina que: Quito, Guayaquil, Cuenca, Loja y Manta son los cantones con mayores avances.
Los proyectos más representativos son: El sistema integrado de transporte público en Quito; el centro de control integrado de tránsito y transporte de Guayaquil; el plan de electromovilidad en Cuenca que busca descarbonizar a la ciudad para 2030; la plataforma digital de gestión turística en Manta, y, el proyecto Loja Smart que integra varios proyectos sobre movilidad, educación y descarbonización, que incluso permitió premiarla como la primera ciudad inteligente del país. (MINTEL, 2023). Es decir, la mayoría de las iniciativas tienen un enfoque en movilidad, innovación, ambiente, turismo y cultura.
Ahora bien, si tomamos en cuenta que el Objetivo 11 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establece como objetivo el “Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros y resilientes”. Las TIC resultan insumo fundamental para lograr este objetivo.
Asimismo, en el Ecuador, la infraestructura de conectividad inalámbrica que incorpora sensores y microsensores para facilitar la hiperconexión de plataformas y aplicaciones digitales de diversos servicios para recabar datos destinados a mejorar el entorno urbano tiene además el fomento de un derecho fundamental, el derecho a la ciudad.
El derecho a la ciudad, artículo 30 CRE, busca garantizar la calidad de vida, es decir no se limita a la eficiencia del transporte, la gestión energética, de residuos y de medio ambiente sano, sino que aborda otros aspectos como la gestión de riesgos, la seguridad e incluso el bienestar de los ciudadanos en sus dimensiones económicas, sociales y culturales.
De ahí que, uno de los objetivos principales de las ciudades inteligentes es comprender los problemas sociales, a través del análisis de datos, identificando qué información es necesaria y útil para tomar decisiones sobre: transporte público, gobierno electrónico, acceso a internet, agua y saneamiento; suministro de electricidad; productividad e innovación; tasa de desempleo; acceso a las TIC por estudiante; población en edad escolar matriculada en escuelas; alfabetización de adultos; historia clínica electrónica; índice de mortalidad materna; médicos por habitantes; camas de hospital; cobertura de salud; habitantes que viven en barrios marginales; asentamientos informales o viviendas inadecuadas; gasto de ingresos para vivienda; proporción de ingresos por hora promedio de trabajadores mujeres; niños en edad preescolar (0-3) cubiertos por guarderías; habitantes que viven en pobreza; población elegible; muertes y pérdidas económicas relacionadas con desastres; tiempo de respuesta promedio para servicios de emergencia; número de policías por habitantes; tasa de criminalidad violenta; muertes de tráfico; y, seguridad alimentaria, entre otros.
Además de todas aquellas soluciones de transporte, gestión energética, ambiente, empleo, turismo y cultura; son aplicaciones de las ciudades inteligentes, las plataformas en línea para la participación democrática, pues, mejorar la eficiencia de los recursos públicos y promueve la transparencia. Las transmisiones en vivo y/o el uso eficiente de la conectividad pública en espacios WIFI gratuitos en parques públicos benefician a la comunidad, pues los ciudadanos al acceder a estos servicios contribuyen en la toma de decisiones respecto del desarrollo urbano.
Los usos de tecnologías como Big Data, Inteligencia Artificial e IOT para proyectos y aplicaciones prácticas en ciudades inteligentes deben ser parte de las agendas y planificaciones municipales. El apoyo de la academia, las empresas y el estado es indispensable. El fomento de ciudades inteligentes debe ser una prioridad para los gobiernos locales, porque mejoran el nivel de penetración de las TIC; perfeccionan la toma de decisiones de las autoridades seccionales; y, sobre todo, garantizan su derecho a la ciudad, ya que, la implementación de proyectos TIC tienen un impacto real en la calidad de vida de las personas.