La elección de Venezuela como miembro no permanente al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por un período de dos años fue un fait accompli, producto de una negociación, no de un espaldarazo al fantasma de Hugo Chávez o al de su disminuida prolongación mecánica, Nicolás Maduro.
En tanto que hecho consumado, lo único que queda es cuestionar por qué suceden estas cosas y cuáles pueden ser las consecuencias de este nuevo desatino en la ONU.
Recordando la época en la que EE.UU. dominaba el escenario mundial, pregunté a expertos en Latinoamérica si debemos admitir que la elección al Consejo de Seguridad de una nación cuyo Gobierno es abiertamente hostil a EE.UU. es indicativa de la debilidad estadounidense.
De ninguna manera, respondieron mis tres entrevistados. “Es una señal de la falta de seriedad con la que el grupo de países latinoamericanos y del Caribe trata a la ONU en lo general y a los derechos humanos en particular”, me dice Charles Shapiro, exembajador de EE.UU. en Venezuela y actualmente presidente del Consejo de Asuntos Mundiales en Atlanta, Georgia, “y en eso se nota la falta de pertinencia de la ONU para resolver problemas concretos”.
Para Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, “la administración de Obama sabía que intentar bloquear a Venezuela del Consejo de Seguridad era no solo una batalla perdida sino contraproducente, pues habría provocado una fuerte reacción de América Latina y la influencia de Washington sobre la región sería todavía menor de la que es hoy”.
¿Qué puede pasar con Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU?
“Habrá más discursos horrendos –dice Shapiro–, pero EE.UU. sabe bien que en la ONU se le da más importancia a la forma que a la sustancia. Que Dios bendiga a quienes se dedican a la diplomacia multilateral”.
Shifter también piensa que el impacto será mínimo. “Venezuela votará contra EE.UU. y más alineada con Rusia y China. Pero dada la implosión de Venezuela en varios frentes, va a ser muy difícil para Maduro ser eficaz en la política global. Esta es una victoria simbólica para Maduro, pero los beneficios políticos para el Gobierno venezolano serán de corta duración”.
Yo concuerdo con los expertos cuando dicen que era imposible para EE.UU. bloquear la candidatura de Venezuela; no olvidemos que hace tiempo que EE.UU. perdió el garrote. También coincido con ellos en su predicción de que el impacto de Venezuela en los asuntos globales será mínimo, yo diría nulo. Si el tema es de estatura mundial, el escollo de EE.UU. será obtener el voto de Rusia o China. El de Venezuela no pesa.
Lo irritante es que México, Colombia, Perú y Chile sean incapaces de criticar las sistemáticas violaciones de los derechos humanos, la encarcelación y acoso a líderes de la oposición venezolana y los ataques frontales a la libertad de expresión en Venezuela. ¿Será por temor al contraataque?