Subir impuestos a los consumos de la comida rica en grasa y carbohidratos, conocida como chatarra, o a licores y cigarrillos, es una idea que el presidente Rafael Correa lanzó estos días.
La argumentación presidencial es que si las personas libremente desean consumir estos productos deben pagar más impuestos. De esa manera se compensaría el alto costo que supone para el Estado la atención de salud pública que las enfermedades de esa ingesta acarrean.
Grasas y carbohidratos, por ejemplo, conllevan afecciones cardiovasculares, diabetes y hasta obesidad. La dependencia del alcohol es una enfermedad en sí misma, que también trae secuelas cardíacas y de diabetes, obesidad y presión alta. El tabaquismo entraña severos daños cardiovasculares y pulmonares y hasta cáncer. Algunas reacciones de las redes sociales apuntan que, por ejemplo, la comida típica también contiene altos contenidos grasos y de carbohidratos con idénticos problemas de salud que la comida chatarra.
El licor importado ya paga impuestos, lo mismo que el tabaco. Nuevos tributos pueden aumentar el contrabando y no necesariamente disminuir el consumo. Gravar las importaciones de licor que viene de Europa, por ejemplo, puede ser una traba a la apertura comercial acordada.
A la intención en pro de la salud también pudiera sumarse el objetivo de mejorar los recursos fiscales, frente al alto gasto público. Por todas sus aristas, el tema planteado se debe analizar con todos sus impactos antes de adoptar medidas drásticas.