En días pasados tuvo lugar en la ciudad de Cuenca el segundo encuentro de autoridades locales y líderes políticos de oposición. A esta cita acudieron más de 150 dignatarios de prefecturas, municipios y juntas parroquiales, así como representantes de diferentes partidos y movimientos políticos. El motivo, darle unidad, forma y organicidad a la oposición de cara a las elecciones del 2017.
La presencia de políticos de líneas ideológicas tan diferentes, por no decir muy distantes, como Jaime Nebot y Paúl Carrasco, sirvió para que el presidente Rafael Correa caracterizara a este encuentro como de una “fanesca”. Parece que Correa se ha olvidado momentáneamente de lo que es actualmente Alianza País.
No obstante, más allá de la apreciación presidencial, esta iniciativa ha tenido varios aspectos positivos. Refleja, en primer lugar, la predisposición de los políticos de la oposición de buscar la unidad más allá de las diferencias ideológicas y poner como prioridad aspectos fundamentales de la nación, como son la el respeto de las libertades y el rescate de la democracia.
Manifiesta, en segundo lugar, un momento político diferente. No sé si podría hablarse de maduración. Tal vez de un esfuerzo inicial más sólido por darle organicidad a una alternativa política, más allá de las aspiraciones personales que cada uno puede tener. En este sentido, es positivo que la oposición no hable de nombres sino de acuerdos mínimos y básicos que pueden ser el origen de una agenda política para los próximos años.
El país requiere tener grandes acuerdos nacionales. Acuerdos que superen las diferencias ideológicas que pueden existir entre los distintos actores políticos. Democracia, libertades y derechos humanos en general son fundamentales. Sin embargo, esto debería ir acompañado de una reflexión profunda del tipo de nación que queremos tener a largo plazo en el plano político, económico, social y ambiental. No me inclinaría a pensar solamente en el 2017, sino incluso más allá.
En este punto considero que hay un campo abierto para proponer alternativas mucho más novedosas y sustanciales de lo ofrecido hasta ahora por el correísmo. Esto, sin lugar a dudas, es el tema de fondo. Propuestas que sean suficientemente amplias para lograr acuerdos y que permitan articularse con amplios sectores de la población.
Incluso a estos acuerdos nacionales podría sumarse Guillermo Lasso, quien no fue invitado al encuentro de Cuenca. Tengo la impresión que lo propuesto por Lasso hasta el momento no refleja lo que realmente anhela el país. Aunque la mayoría de los ecuatorianos no está de acuerdo con la reelección indefinida tampoco está de acuerdo en que una propuesta de consulta popular esté liderada por un político que tiene como prioridad la Presidencia de la República.
El camino de la unidad es arduo y requiere mucho esfuerzo. Veamos, entonces, hasta dónde llegan estos primeros pasos dados por esta “fanesca política”.
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