Miguel A. Vasco
El tránsito de las generaciones por los caminos de la historia se ha caracterizado siempre por su orientación hacia el horizonte de la libertad, idea-fuerza promotora de episodios heroicos o de sacrificios anónimos o simplemente del ejercicio cotidiano de la ciudadanía sin claudicaciones. No fue casual, por tanto, el hecho de la emancipación iberoamericana como un proceso compartido y casi simultáneo, en respuesta articulada de nuestros pueblos a los rigores de un dominio colonial destinado a colapsar, como ocurre con los regímenes cimentados en la opresión y la negación de las libertades y derechos fundamentales del ser humano.
El ejercicio imperial europeo, expresado en la presencia de España, Portugal e Inglaterra en tierras americanas, se derrumbó en las postrimerías del siglo XVIII y en los primeros lustros del siglo XIX. El ejemplo de la Revolución Norteamericana de 1776 y el caudal ideológico de la Ilustración y de la Revolución Francesa de 1789 inflamaron la hoguera de la emancipación hispanoamericana, latente en sus impulsos desde que los primeros próceres sembraron la simiente liberadora.
Como bien se recuerda, el movimiento de independencia se inició en esta ciudad con la clarinada del 10 de Agosto de 1809, y por esa razón fray Camilo Henríquez, el ilustre prócer chileno, acuñó el título enaltecedor de “Quito, Luz de América”, para el registro de la memoria histórica. Es que esa figura emblemática de Chile estuvo en nuestra capital en aquellos tiempos heroicos, para ponerse a salvo del rigor espectral de la Inquisición española, que lo persiguió en su suelo patrio.
Hospedado en el convento de La Merced, donde se le acogió con cálida hospitalidad, fray Camilo Henríquez trabó conocimiento con los patriotas del 10 de Agosto, encarcelados por su rebeldía, y fue su amigo y confesor, hasta que fueron sacrificados por los soldados monárquicos, el 2 de Agosto de 1810. Se afirma que estuvo en el escenario del atroz martirologio poco antes de la ocurrencia de ese cruel episodio. Inspirado en sus vivencias y observaciones en Quito, escribió una pieza de teatro titulada “La Camila o la Patriota Sudamericana”, que fuera publicada en Buenos Aires, en 1816.
En la eclosión de la lucha libertaria hispanoamericana brillaron precursores como Eugenio Espejo y Antonio Nariño y figuras epónimas como el Libertador Simón Bolívar, Francisco de Miranda, José de San Martín, Bernardo O’Higgins, Antonio José de Sucre, entre otros.
Los pueblos que conjugaron esfuerzos para lograr su libertad ahora luchan para alcanzar las metas del desarrollo integral, mediante esquemas de integración económica y social, que tienen como eje fundamental de sus objetivos la preservación de los valores individuales y el progreso general de las comunidades.