La nefasta experiencia de la propaganda oficial y la versión única impuesta por el Estado en el Tercer Reich, durante la dictadura de Hitler y cuyo principal protagonista fuera Goebbels, le cambió la vida a Alemania en materia de comunicación y medios. Son los ciudadanos los que pueden exigir con el pago de impuestos y hay espacio para públicos y privados.
El reconocido medio público la Deutsche Welle (Dolche Vele) permitió conocer su experiencia, aprender y procesar su realidad. Escuchar a las autoridades de medios, directores y periodistas, juristas, miembros del Consejo de Radiodifusión, académicos y parlamentarios facilitó ilustrarse sobre su experiencia. Incluso, la DW cuenta con una ley propia. Aparte existen dos entes que agrupan a medios públicos: la ARD y la ZDF. La TV privada nace en 1984, ofrece información y opinión que son reconocidas y genera competencia, en un marco de negocio comercial respetado por el Estado.
Al cierre de la Segunda Guerra Mundial en 1945, Alemania sigue el modelo de otro reconocido medio público,BBC de Londres, se crea el sistema de radiodifusión y nace Dolche Vele. La terrible experiencia nazi les obligó a erradicar la propaganda oficial y pasar a ser un auténtico medio público, profesional, independiente, financiado por el Estado. Recibe un presupuesto de 280 millones de euros anuales y no le meten mano en contenidos ni en su política editorial, ni el Gobierno, ni los políticos ni los parlamentarios ni las religiones. Hace poco el Parlamento aprobó una partida adicional para que cubra y ofrezca mayor información al exterior del conflicto en Oriente Medio.
No entienden que un Régimen intervenga con cadenas oficiales para interrumpir la programación de los medios. Allí solo puede hacerlo en el caso extraordinario de una catástrofe. La Constitución alemana es categórica al consagrar la libertad de opinión, de los medios y prohíbe la censura. El Estado está limitado en los controles ni se considera a la comunicación como un servicio público; la libertad de información y opinión es un derecho humano.
La parlamentaria verde, Tabea Rösner, contaba el episodio de una publicación en su contra, que fuera un error periodístico, pero revela que por sobre eso está la libertad de información y de opinión y que ese “es el valor supremo”. Según el jefe de ARD, el periodista Amd Henze, si se rompe este valor termina la democracia.
Como todo proceso dinámico se trabaja en reajustes, pero queda una pregunta a flote, planteada desde el comienzo de la visita a Berlín: ¿los canales públicos en Alemania son un modelo a seguir? Creo que sí, lo que implicaría una sana competencia de un trabajo profesional con rigurosidad y responsabilidad, una alta calidad en el ejercicio periodístico y un mejor servicio para los principales actores de una sociedad en este campo: los televidentes, oyentes y lectores.