Oswaldo Jarrín R.
Columnista invitado
El entramado geopolítico de Oriente Medio, en medio de una lucha sectaria, étnica, religiosa, ha hecho crisis en Siria, Iraq, Palestina y el Kurdistán, acarreando a una peligrosa inestabilidad regional, en la cual se baten y entrecruzan diversos actores, por la conformación de diferentes Estados y paralizan a la ONU que no puede ir más allá de resoluciones persuasivas.
Siria aspira al establecimiento de un Estado democrático, plural, basado en una Constitución civil, con separación de poderes y alternancia en el poder político, que respete las libertades y pueda recuperar de Israel los territorios de los Altos del Golán, apoyando al mismo tiempo al pueblo palestino.
Al Baghdadi nombrado Califa, líder del grupo insurgente islamista suni, yihadista, con experiencia en la guerra siria pretende crear un Estado Islámico de Iraq y el Levante EIIL, expandiéndose desde Iraq y Siria al resto de países de fe chií de Medio Oriente.
Hamas, en la Franja de Gaza, en su lucha por un Estado Palestino, burló el bloqueo israelí con una red de túneles y desató una serie de ataques misilísticos sobre las ciudades de Israel.
La “Cúpula de Hierro”, como protección contra misiles, de Israel, se complementó con violentos ataques aéreos, de artillería y penetración de unidades blindadas, como parte de la operación “Margen Protector”, destinada a desmantelar las plataformas de lanzamiento de misiles, destruir la red de túneles, y eliminar a la capacidad ofensiva de Hamas en defensa de la población judía.
El Kurdistán iraquí, como región autónoma da los primeros pasos para la conformación de un Estado independiente, para lo cual tomó control de Kirkuk, importante región petrolera iraquí.
Los objetivos políticos logrados con brutal violencia en los escenarios de las crisis, a pesar de ser espantosos, se van repitiendo indolentemente sin limitación en su crueldad.
Los asesinatos masivos utilizando gases en Siria, los métodos sanguinarios e inhumanos del grupo EIIL infringidos a los “infieles”, los ataques de misiles palestinos a ciudades judías, con una atroz utilización de escudos humanos para camuflar los lanzadores de misiles, así como la brutal represalia israelí con ataques contra la población, demuestran que las diferencias culturales sí conducen a los conflictos y en la época actual han banalizado la violencia y la ferocidad, supuestamente superada según Huntington, en el “ Choque de civilizaciones” .
Vivimos más bien un “Choque de barbaries”, según el Gilbert Achcar.
La civilización vista como un proceso constructivo es un refinamiento de la cultura, de las normas de convivencia y una pacifica relación entre el Estado y los ciudadanos, exige control del uso de la fuerza, de la violencia, promueve la cohesión social, evita las divisiones sociales, respeta los convenios internacionales.