Los chorros de agua en el contorno de este espacio son parte de los complementos que se utilizan para mejorar la estética. En las noches se complementa con la iluminación ornamental. Foto: ELCOMERCIO
La piscina dejó de ser solo un espacio para nadar, para convertirse en el sitio principal de distracción y un elemento central de la decoración.
Cuando no se utiliza se pueden activar chorros de agua, piletas, encender la iluminación y hasta activar sonidos externos que ofrezcan relajamiento a quienes están a su alrededor. Con un correcto equipamiento se pueden activar luces de varios colores, señala Ricardo Vázquez, propietario del local Sertecvaz, en la capital azuaya.
Otras alternativas son las piscinas contracorriente, que son similares a una caminadora. Con una boquilla de corriente permiten que las personas se muevan en su propio terreno. Son más pequeñas y sirven para terapias de relajamiento y rehabilitación.
También, se construyen las piscinas sinfín para aprovechar la vista que se proyecta en la playa, barranco o cerro.
Según Vázquez, hay otras modificaciones. La tonalidad azul de la cerámica dejó de ser un generalidad y, ahora, también se usa el porcelanato blanco, pero de excelente calidad y liso, para facilitar la limpieza y la transparencia.
Además, por seguridad, la profundidad es menor. Es decir, 1,20 metros y con una ligera inclinación para facilitar la evacuación del agua. Eso se debe considerar porque los niños son quienes usan más este espacio como sitio de distracción, señala Vázquez.
La forma rectangular sigue siendo la más utilizada porque tiene ventajas como facilitar la práctica de la natación. Tampoco dan problemas cuando se utilizan los cobertores para mantener el calor del agua, en ciudades de clima frío.
En cambio, las que tienen forma de riñón, ovaladas u otras formas complican ese recubrimiento porque los cobertores tienen formas rectas.
Para la construcción de estos espacios, los expertos recomiendan realizar un estudio del suelo para garantizar la durabilidad. Con ello, se determinará cómo mejorar el terreno, hacer la compactación y qué tipo de drenaje usar.
Las estructuras de hormigón son las más recomendadas porque tienen una vida útil de más de 20 años. La mezcla se prepara con impermeabilizantes y aditivos, plastificantes, acelerantes…
Las paredes deben tener entre 15 y 20 cm y los pisos de 20 cm, dice Vázquez. Otras opciones más económicas son la geomembrana o el ‘liner’, que es un revestimiento con texturas que tiene mucho impacto visual.