En la UEES, los alumnos de Medicina realizan prácticas en simuladores de laparoscopia. Foto: Santiago Arcos para EL COMERCIO
Estar en las manos de un cirujano que tiene brazos de robot. Ese es el avance de la cirugía robótica, un procedimiento mínimamente invasivo que está ganando espacio en los quirófanos del mundo.
La operación es similar a una de tipo laparoscópica. A través de pequeñas incisiones se insertan instrumentos especiales, adheridos a tres o cuatro brazos robóticos que son controlados por el cirujano. El especialista está sentado frente a una consola ergonómica, que cuenta con unos controles maestros para dirigirlos.
El equipo cuenta con un endoscopio 3D, un tubo flexible con cámara y luz en un extremo para tener imágenes reales y nítidas de la anatomía del paciente. El sistema también permite aumentar las imágenes en hasta 10 veces más su tamaño real.
En Estados Unidos, estos robots se usan desde hace 15 años. Un reporte de su Biblioteca Nacional de Medicina detalla que este método permite tener mucha más precisión. Imagen de alta calidad, facilidad para rotar los brazos y muñecas robóticas con mayor naturalidad, reducción de temblores de los movimientos del especialista y facilidad para operar en espacios sumamente estrechos del cuerpo son algunas de las ventajas que destaca.
José Espinel García, cirujano ecuatoriano radicado en Estados Unidos, asegura que esta tecnología se aplica cada vez más en un mayor número de países por sus beneficios.
“Las manos del robot, que están dentro del paciente, tienen una articulación de 360 grados. Es como tener las manos con más rotación que la propia muñeca del cirujano. Otra ventaja es que el monitor o consola desde donde se controla al robot da una visión tridimensional, lo cual permite una mejor percepción de la profundidad y la cavidad, que no se tiene en la tradicional cirugía laparoscópica”, explica.
Hasta 1999, la idea de la robótica aplicada a la cirugía era un tema de ciencia ficción. Pero en ese año la compañía norteamericana Intuitive Surgical introdujo el sistema quirúrgico ‘Da Vinci’, que combina la cirugía laparoscópica y endoscópica. En el 2000 el método fue aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
Los robots ‘Da Vinci’ son parte de varios centros de salud públicos y privados en el mundo. En México, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado, adquirió uno recientemente, valorado en USD 3 millones.
Según datos de Intuitive Surgical, en 2013 se realizaron unas 300 000 cirugías con este sistema, en su mayoría histerectomías (extracción del útero) y absorción de la próstata. Hasta el 2014 sus equipos llegaron a cerca de 3 000 unidades médica del mundo. Las primeras especialidades en usarlo fueron ginecología, urología, cirugía cardiotorácica y hace unos ocho años se usa también en cirugía general.
“Hay una patente de esta compañía que realiza el robot -indica Espinel-. Dentro de 2 o 3 años será liberada y existen empresas, de Alemania y de India, que están interesadas en dar una opción diferente al ‘Da Vinci’. Pero por ahora esto solo está en proyectos”.
Estudios y ensayos clínicos demuestran también algunas de las ventajas para los pacientes: se hacen incisiones más pequeñas, hay menos pérdida de sangre, menor dolor durante la recuperación y las estadías hospitalarias son más cortas. Otros beneficios por sobre la cirugía abierta convencional y la laparoscopia apuntan a un mejor control en casos de cáncer y una menor incidencia de impotencia e incontinencia tras las prostatectomías, según datos de Intuitive Surgical.
En Ecuador aún no se utiliza esta tecnología. Pero hay algunos centros que están interesados en adquirir estos robots a futuro, como señala Espinel.
El doctor Pedro Barberán, decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) de Guayaquil, asegura que se debe aprovechar el tiempo para el entrenamiento y adiestramiento en estas nuevas técnicas.
Es jueves, y en uno de los salones de la universidad, ubicada en Samborondón, un grupo de estudiantes realiza prácticas en el simulador de cirugía laparoscópica. La máquina tiene un sistema óptico que les permite manipular algunas palancas, tal como si estuvieran en el quirófano. En una pantalla, mediante un software, se proyecta una imagen para el ensayo y empieza la práctica.
“Si no se tienen los conocimientos ni la destreza de cómo se debe realizar una cirugía laparoscópica, es muy difícil utilizar cirugía robótica. El plus de esta técnica es llegar a lugares de difícil acceso. Por eso, es posible que, en el futuro, adquiramos un simulador de cirugía robótica para entrenar a los estudiantes y profesionales que están en escuela de posgrado”, explica Barberán.
En contexto
Los robots cirujanos han trabajado en varias partes del mundo para realizar cirugías sencillas, pero que requieren de precisión. Estos robots aún no tienen autonomía para realizar las intervenciones por sí solos, pero a futuro se espera que lo puedan realizar.