Por todo lo que implica, es inevitable recibir un diagnóstico de cáncer de seno con preocupación e incertidumbre.
Sin embargo, gracias a los avances científicos, impulsados por la creciente batalla contra la enfermedad en las últimas décadas, el mundo cuenta hoy en día con un mayor conocimiento y mejores herramientas en este campo. No es exagerado decir que las mujeres afectadas tienen en la actualidad mejores opciones de tratamiento, las cuales brindan una supervivencia mayor en los estados avanzados del mal e incluso abren la posibilidad de encontrar una cura, cuando se detecta en etapas tempranas.
El descubrimiento de biomarcadores –que definen las características del tumor– y el surgimiento de nuevos métodos diagnósticos y de terapias ajustadas a las particularidades de cada tipo de tumor son solamente algunos de los significativos pasos que se han venido dando para ponerle freno al cáncer más común entre las mujeres.
Los siguientes son los principales hitos que han marcado la lucha contra el cáncer de seno y sobre los cuales se sostienen las esperanzas de los 1,7 millones de personas que cada año son diagnosticadas con este mal en todo el mundo.
Los biomarcadores desnudan la naturaleza de cada tumor
Los también llamados marcadores biológicos son proteínas que están presentes en diferentes tipos de cáncer; según el tipo de tumor, mutan o aparecen en mayor o menor cantidad. Los biomarcadores permiten conocer las características específicas de cada cáncer y predecir el desarrollo de la enfermedad e incluso la respuesta que una mujer diagnosticada podría tener a una terapia específica. Un ejemplo de este progreso es el descubrimiento de la vía de señalización HER2, que permitió identificar uno de los tipos más agresivos de tumor mamario: el cáncer de mama HER2 positivo.
Gracias al conocimiento de los diferentes subtipos de este mal, los investigadores han podido desarrollar medicamentos y terapias dirigidas, que se enfocan en atacar puntualmente esos marcadores específicos, mejorando la efectividad y seguridad de los tratamientos.
El aporte del genoma
El conocido caso de la actriz estadounidense Angelina Jolie, quien asombró al mundo cuando anunció que se había sometido a una doble mastectomía para evitar el desarrollo de cáncer de mama, tiene una sólida explicación científica, que parte de las investigaciones hechas para descifrar el genoma humano.
Estos trabajos permitieron conocer y caracterizar los entre 20 000 y 25 000 genes que componen la estructura humana. Uno de los avances más destacados es el hallazgo de mutaciones genéticas, como las de los genes de BRCA1 y BRCA2 (que tiene la reconocida actriz), que permiten predecir la susceptibilidad de una mujer a desarrollar ciertos tipos de cáncer, entre ellos el de mama. Al descubrir la alta probabilidad que tenía de padecer la enfermedad, debido a sus antecedentes familiares y su riesgo genético, Jolie tomó la decisión de hacerse la doble mastectomía preventiva, que le permitió reducir ese riesgo en un 90 por ciento.
Laterapia dirigida
Una vez se avanzó en el conocimiento específico de los tumores y de los cambios genéticos en las células que producen el cáncer de seno, los investigadores lograron desarrollar medicamentos cada vez más específicos que atacan directamente al tumor. Como ejemplo de estos avances, se encuentran las terapias biológicas, basadas en anticuerpos monoclonales, que le han dado un giro de 180 grados al tratamiento de la enfermedad.
El cáncer de mama HER2 positivo es un buen ejemplo de este avance. Al conocerse la biología y el comportamiento de este tumor se diseñaron medicamentos que ayudan a desacelerar el crecimiento de las células tumorales HER2 positivas, y permiten aumentar la supervivencia de las pacientes afectadas por este subtipo agresivo de la enfermedad.
La medicina personalizada
La medicina personalizada consiste en proporcionar el diagnóstico y el tratamiento adecuados para cada paciente, y en el cáncer de mama este principio no es la excepción. Este enfoque ha sido parte del tratamiento contra este mal durante más de una década y se ha dado gracias al desarrollo de métodos diagnósticos cada vez más especializados, que permiten predecir la respuesta que tendrá un paciente a un tratamiento determinado, así como ajustar la duración de este e incluso la dosis correcta para su aplicación.
Al identificar las características tumorales, los medicamentos actúan sobre las células cancerígenas para las cuales han sido diseñados, de modo que su eficacia es mayor y los eventos adversos que tanto temen los pacientes son menores. Esta realidad científica también es más efectiva en términos de costos para los sistemas de salud, pues conocer de antemano la respuesta al tratamiento permite definir la conveniencia o no de cierta terapia.
Los tratamientos combinados prolongan la vida y marcan el futuro
Los más recientes estudios presentados en los congresos internacionales de oncología, como el de la European Society of Medical Oncology (Esmo) celebrado en Madrid (España), dan a conocer cómo se abren nuevas opciones para el beneficio de las pacientes actuales y futuras. En el marco de este congreso se presentó el estudio Cleopatra, cuyos resultados demostraron que los nuevos métodos y combinaciones para tratar la enfermedad avanzan a un ritmo vertiginoso. El estudio demostró que la combinación de dos anticuerpos monoclonales con una quimioterapia para el tratamiento del cáncer de mama HER2 positivo metastásico aumentó la supervivencia global de las pacientes a 56,5 meses en promedio. Los resultados fueron calificados por los expertos de “sin precedentes” en la historia de los tumores de seno avanzados, y, a su vez, como el nuevo estándar de tratamiento para estas pacientes.
Los estudios que se desarrollan apuntan a buscar, en un futuro cercano, aplicar estas terapias en etapas más tempranas para lograr la cura y evitar que desemboque en metástasis.
Nueve hitos en el tratamiento de este mal
Siglo XVI
El médico francés Henri François Le Dran (1685-1770) asegura que la única cura para el cáncer de mama es la cirugía al comienzo de la enfermedad.
1870
El médico estadounidense William Stewart Halsted, pionero de la cirugía moderna, desarrolla la mastectomía radical clásica o extirpación del seno.
1882
Se lleva a cabo la primera mastectomía radical, que consistió en extraer todo el seno, junto con los ganglios axilares y los músculos pectorales mayor y menor.
1885
Presentan la primera prótesis mamaria hecha en plástico (mama-Pad) por Charles L. Morehouse. Estaba hecha de caucho natural, lleno de aire a presión normal.
1950
Se establece que la cirugía y la quimioterapia combinadas (tratamiento adyuvante) aportan mejores resultados en el tratamiento de la enfermedad.
1960
Se conocen los primeros métodos de mamografía modernos. Se desarrollan a finales de los 60, y la American Cancer Society los recomienda en 1976.
1998
Científicos producen en laboratorio el primer anticuerpo monoclonal para el cáncer de mama metastásico subtipo Her2+, uno de los más agresivos.
2007
Desarrollan pruebas que identifican, en el tejido de los tumores, la presencia de receptores (moléculas que facilitan el crecimiento de células malignas).
2013
Lanzan el primer anticuerpo conjugado (biotecnológico y quimioterapia en un solo medicamento) para el tratamiento del cáncer de mama metastásico.