La obra interpretada por ocho bailarines de Cas Public está dirigida a un público mayor de 10 años, después de Quito regresarán a Canadá y se presentarán en Estados Unidos. Foto: Cortesía
En 1909 nació la compañía Ballets Rusos fundada por el empresario Serguéi Diáguilev y dejó de existir en 1929. A pesar de sus cortos 20 años de existencia, esta compañía de danza marcó un hito inigualable en la historia de este arte escénico.
Sus ecos se sienten en los trabajos de compañías de danza contemporánea, y mucho más cuando estas dedican una obra al legado de sus elencos. Cas Public, compañía canadiense de danza contemporánea dirigida por la coreógrafa y bailarina Hélène Blackburn, recordará a Ballets Rusos este viernes 24 y sábado 25 en el Teatro Nacional Sucre (19:30).
Ya con 26 años en las tablas, Cas Public rinde homenaje a la compañía de Diáguilev con su obra ‘Variations S’. En ella, el ballet irrumpe con estrépito y efusión. La danza de los ocho bailarines en el escenario recurre al break dance, al tango y a otros bailes de salón.
Para el bailarín mexicano Paco Ziel, que se sumó a Cas Public este año, ellos no necesariamente bailan estas técnicas sino que ejecutan “movimientos influenciados por las calidades” de dichos bailes, más populares que el ballet.
Ziel además indica que ‘Variations S’ ha sido un gran reto para él como bailarín. Tuvo que investigar sobre la vida de los integrantes de Ballets Rusos, interpretar con sus cualidades personales y fusionarlas a la visión artística Blackburn.
La incorporación de estos ritmos tiene mucho que ver con el aporte de los Ballets Rusos al mundo escénico. El intercambio creativo era una de las características más fuertes de la compañía a inicios del siglo XX. En ella trabajaron, igualmente valorados en su destreza artística, los pintores Pablo Picasso, Leon Bakst, Joan Miró; los grandes bailarines Vaslav Nijinski, Anna Pavlova o Serge Lifar; los coreógrafos Mikhail Fokine, Leonid Massine y los maestros de la música clásica Ígor Stravinsky, Erik Satie o Manuel de Falla.
Al igual, la compañía canadiense de Blackburn destaca las particularidades de cada integrante; sea en el baile, la dirección artística, el vestuario o la escenografía. Definitivamente, ese diálogo entre disciplinas generó una ruptura en el ballet de los albores del siglo XX. Las bailarinas dejaron de ser objetos de deseo de los hombres pudientes de las aristocracias europeas y rusas para ser artistas; y ya no era un solo bailarín el centro de atención.
Diáguilev y su gran lucha escénica hizo que todos los bailarines trabajasen con rigor en el escenario, pues los grupos ya no eran simples artefactos para rellenar espacios; una de las características del ballet del siglo XIX que casi le merece su desaparición como arte. Pero yendo un poco más lejos Cas Public asume el riesgo de revelar el proceso creativo en la misma puesta en escena.
Tras las intervenciones grupales, individuales o en parejas en ‘Variations S’, ellos cambian sus vestuarios en las tablas frente al público. No hay nada que ocultar, ya no existen cortinas ni barreras entre asistentes y participantes. “No queremos cubrirnos porque no hay secreto alguno”, así lo cuenta entusiasta Isabelle Paquette, bailarina y asistente de dirección artística de Cas Public.
El meollo de este acto es mostrar el esfuerzo de los bailarines, y así compartir con el público el arduo trabajo de la danza. “Somos bailarines, y hay cosas que las transformamos en extraordinarias, pero también somos personas comunes, hagamos lo que hagamos”, dice sonriente Paquette al preguntarle por este gesto de involucrar más al espectador.
Esto se relaciona con la visión social y artística de Hélène Blackburn. La directora considera al público tan importante como cada uno de los integrantes de su equipo escénico. ‘Variations S’ es una pieza de mucho contacto y dinámica, ahí el ballet contemporáneo toma para sí la fuerza del break dance o la sensualidad del tango. El público puede salir fervoroso y extenuado, como ya ha sucedido en otras ciudades.