La disparidad en el deseo sexual debería ser un asunto manejable para la pareja, pero no siempre lo es. Foto: Archivo EL COMERCIO
Si dos personas que forman una pareja difieren en sus preferencias de cómo disfrutar del tiempo libre, cada uno pudiera escoger alguna actividad para hacerla juntos o preferir hacerlo de manera individual.
Si ambos se lo proponen, aunque sus gustos sean diferentes, seguramente podrán ir juntos a un restaurante vegetariano o a uno que ofrece todo tipo de carnes.
Sin embargo, dentro de una relación monógama si ambos no están de acuerdo en los temas sexuales (cuándo tener, cuando no tener o cómo tener un encuentro sexual) rara vez ese compromiso será satisfactorio.
Veamos: Si una persona prefiere el sexo en la noche y la otra en la mañana, el encuentro sexual tampoco va a satisfacer a ninguno de los dos. Pero esto rara vez es algo básico o simple.
Según la doctora Isadora Alman, terapeuta certificada en sexualidad, matrimonio y familia, hay casos como el de una persona que no se siente satisfecha solamente con un ritual completo que involucra encuentros de al menos dos veces a la semana, mientras que la pareja prefiere algo muy simple, quizás cada tres o cuatro semanas.
Un encuentro veloz cada diez días pudiera satisfacer a la persona ‘A’, mientras que la persona ‘B’ encontrará que lo que de verdad le enciende es un escenario muy especial.
“La solución aparentemente obvia es que ambos disfruten mientras están juntos compartiendo lo que cada uno desea. Desafortunadamente, esta no es una solución que funciona para todos. Si lo fuera, la vida sería mucho menos compleja. A lo largo de los años he visto en mi consulta variaciones relacionadas con la discrepancia del deseo. Mi recomendación es simple y directa: no intenten colocar una ficha redonda en un espacio cuadrado”, señala Alman.
Añade que usualmente la pareja trabaja en la búsqueda de acuerdos y la paz se restaura por un tiempo, hasta que la mente de uno de sus miembros se empecina en sentirse en desventaja o hasta que los sentimientos de presión del otro se desborden nuevamente o se refleje a través de otros aspectos de la relación.
Esto no siempre es un tema de enfrentamiento ‘hombre versus mujer’ ni una disparidad de Marte frente a Venus. La preferencia de una cierta cantidad de sexo en ciertos momentos, muchas veces puede ser manejada a través del poder de decisión.
“No tengo una solución para el dilema de la disparidad del deseo. No creo que exista una que sea ideal. Por eso, sugiero a las parejas que examinen sus necesidades individuales cuidadosamente y juntos busquen la solución de manera honesta y cariñosa para beneficio de ambos. Las parejas felices que tienen diferencias de todo tipo (talla, edad, ingresos, temperamento) a menudo logran manejar su vida en común y salir adelante. Sin embargo, esta particular diferencia del deseo sexual no es tan fácil de resolver”, asegura Alman.