Un grupo de jóvenes se hizo la misma pregunta y realizó un experimento social, como ellos lo denominan. Uno de los chicos actuó como vagabundo y dos más (un hombre y una mujer) como supuestos ladrones, en las calles de Nueva York, EE.UU.
El ‘experimento’ arrancó con la actuación de la mujer. La chica, al ver al ‘vagabundo’ en el piso y con su tacho de monedas a libre vista, le robó las monedas.
Luego de cinco intentos, en los cuales los testigos no se inmutaron al ver el hecho, apareció un hombre y le exigió devolver las monedas. En las cinco primeras actuaciones, los testigos vieron, se asombraron; pero no la denunciaron.
Fue el momento del chico. El hombre se acercó a su compañero vagabundo y simuló el robo. En el primer intento, un hombre se acercó y le exigió la devolución del dinero.
Esa misma reacción tuvo en los siguientes intentos. Cada que el chico tomó las monedas del ‘vagabundo’, las personas presentes le exigieron que devolviera las monedas.