Los maestros requieren formación constante en nuevas tecnologías

Julio Benítez, profesor de informática del Liceo Fernández, en el primer día de clases de Turismo. Foto: GDA/ Patricio Terán/ El Comercio.

Julio Benítez, profesor de informática del Liceo Fernández, en el primer día de clases de Turismo. Foto: GDA/ Patricio Terán/ El Comercio.

Julio Benítez, profesor de informática del Liceo Fernández, en el primer día de clases de Turismo. Foto: GDA/ Patricio Terán/ El Comercio.

Con destreza e intuición 16 niños, de 4 y 5 años, (primero de básica) del Colegio Internacional SEK, accionan igual número de tabletas, que contienen el software de iniciación a la robótica.En un aula virtual de la institución, en San Isidro de El Inca, los pequeños están a gusto.

Juegan (el paso inicial) definiendo figuras virtuales de colores, pequeños animales que simulan robots; los ordenan, los mueven de izquierda a derecha. Los chicos sonríen. Gabriela Murillo, la maestra de computación inicial, confirma que los niños -hombres y mujeres- son muy intuitivos para la tecnología.

“Al principio la ven como un juego, conforme pasa el tiempo la aplican a las matemáticas, ciencias e inglés”, refiere. El software, de marca Knex, es mexicano y desde hace cinco años se aplica en el SEK, uno de los colegios más innovadores en tecnología.

Esto es posible por la dedicación y proyección de profesores -como Murillo-, quien trabaja cuatro años en el SEK.
Murillo, titulada en parvularia por la Universidad Central, especialización en inglés e informática, menciona la capacidad de las máquinas: 16 gigas.

Pronto vendrán tabletas de última generación, para el nuevo centro de cómputo; todas pertenecen al colegio. Por ello, la maestra dice que su preparación es constante. Así busca asumir nuevas metas y brindar más conocimientos.

En esta perspectiva, Murillo sigue un curso online. El fin: mejorar sus conocimientos de informática y profundizar en los programas de robótica. “Esto es clave, pues los niños adquieren destrezas y creatividad por medio de la robótica”.

Gabriela Murillo continúa estudiando en el Grupo Educar, con el anhelo de mantenerse al día en la informática, una ciencia que cambia a un ritmo inusitado.

El horario en el colegio es de 08:00 a 16:00, siempre acompañando a los alumnos en sus estudios, y en la tarde en actividades alternas, como deportes, artes, etc. Murillo reconoce que los niños de inicial usan más la tableta; el cuaderno queda de a poco queda en el olvido.

Ella cree que en esto hay coherencia con el cuidado del medioambiente: menos uso de papel y más espacios en informática. Algo más familiar en las nuevas generaciones.
Murillo muestra otra innovación en su aula: un pizarrón electrónico o virtual, herramienta versátil para que los pequeños puedan acceder a las matemáticas, inglés o lenguaje.

El uso de pantallas electrónicas -Smart Board- 53 en todas las aulas, incluidos tres laboratorios, es clave. Son táctiles y actúan como una computadora para las asignaturas. El viejo pizarrón de tiza quedó en el desván. Murillo, al igual que los otros cuatro maestros de informática, trabaja mucho con Alexandra Monge, de capacitación en nuevas tecnologías.

Monge apunta que todo el colegio tiene wifi en cada aula, al igual que Internet con cable óptico. “Los 1 000 alumnos, desde los 2 años hasta los 17, usan tabletas”. Graduada de ingeniera en Sistemas por la Politécnica Nacional, Monge afirma que los bachilleres reciben un diploma de suficiencia profesional en informática.

Murillo confirma que al final del bachillerato, todos manejan hojas electrónicas en office, excel, diseño gráfico y animación, técnicas que pueden aplicar en cualquier trabajo.

Alfonso Algora, director general del Colegio SEK, dice que lo ideal es buscar el equilibrio en el aprendizaje, con la tecnología y los libros físicos.

“El propósito es conseguir la formación integral de los alumnos: una síntesis de tecnología y humanismo (reflexivos, solidarios, audaces y pensadores)”. Murillo asiente.

En el Fernández Madrid

Ayer, a las 07:00, este liceo municipal, uno de los más prestigiosos y antiguos de Quito (tiene 84 años), inauguró su año escolar.

Contó con un invitado especial: el alcalde Mauricio Rodas. Localizado en el tradicional barrio La Loma, repleto de escalinatas, casas coloniales, republicanas y de estilo francés, es un ícono por la calidad de la educación que siempre ha brindado.

Cerca de las 08:00 intervino el Alcalde y dio un anuncio que provocó la alegría de maestros y alumnos: este año el Municipio entregará 1 000 computadoras laptops a los maestros de los más de 30 centros municipales.

El ingeniero Julio Benítez fue uno de los más contentos. Con 20 años en el Liceo es profesor de informática.“Cuando ingresé al Liceo ya había computadoras; sin duda hemos avanzado y en la tecnología nos proyectamos muy bien”.

Por ejemplo, el Fernández Madrid cuenta con tres laboratorios de computación (un promedio de 35 máquinas, de 4 gigas cada una). Sirven a 1 600 alumnos en horarios diferenciados, como apoyo a las asignaturas: matemáticas, ciencias, física, inglés y lenguaje.

Además, existe un laboratorio adicional para el Ciclo Básico Acelerado (vespertino) que hace poco graduó a decenas de alumnos. Hoy cursan 160 estudiantes. Julio Benítez reconoció que la preparación ha sido persistente, para mantener a punto la tecnología.

En la algarabía del comienzo del año escolar, Benítez se encaminó a uno de los laboratorios, en el piso dos del ala norte.
En el laboratorio de computación se hallaban seis alumnos de segundo de Turismo, una de las especialidades.

Aprenden programas office, excel, power point, que serán útiles en la profesión que han escogido. En el aula también estaba Héctor Aguirre, otro ingeniero en informática y profesor de esa especialidad.

“En los tres laboratorios existen pantallas táctiles o inteligentes; las adquirimos hace seis años”, dijo Benítez. Mencionó que en las aulas emplean el pizarrón de tiza líquida.

“La tiza antigua solo es recuerdo”. Benítez comentó que hace seis años, el Liceo compró 20 pizarras inteligentes, que se encuentran en oficinas y en algunas aulas de la institución.

Los dos profesionales coincidieron en que al Liceo Fernández Madrid les falta una herramienta importante para el desarrollo tecnológico: la Internet. Esperan obtenerlo. Son optimistas, porque el avance tecnológico no da tregua y la formación es constante.

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