Rocío Plúas ‘desmaquilla’ varios clichés del mundo femenino

‘Make-up’ tiene sus orígenes en el año 2009, cuando residía en Estados Unidos. Foto: Santiago Arcos / El Comercio.

‘Make-up’ tiene sus orígenes en el año 2009, cuando residía en Estados Unidos. Foto: Santiago Arcos / El Comercio.

‘Make-up’ tiene sus orígenes en el año 2009, cuando residía en Estados Unidos. Foto: Santiago Arcos / El Comercio.

Sentada en un vuelo internacional, hojeando una revista de moda, se fijó en la calidad de los colores, el papel de lujo y luego en esas mujeres casi perfectas, en un entorno ideal. Las hojas brillantes, nítidas y perfectas la pusieron a pensar: ¿para qué pintar más cuadros? Y luego se preguntó ¿cómo sería la vida de esas modelos?, al punto que se le ocurrió rasgar el papel, como si con ese acto lograría ver detrás: sus verdaderos rostros y esencia.

En la exposición ‘Make-up’, Rocío Plúas maquilla (o ‘desmaquilla’) la realidad ideal que se impone como modelo para las mujeres. La artista ecuatoriano-alemana interviene hojas de revistas de moda con tintas chinas, aguas tinta, acrílico, óleo y bolígrafo en una muestra abierta en Guayaquil, en la sala temporal del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC).

La exhibición, en la que predominan retratos de tonos oscuros y pasteles, tiene cierto tono de tristeza. A veces es el rostro reinterpretado a partir de una fotografía existente, en otros trabajos está montado o semioculto en un paisaje, al lado de animales fantásticos, sobre las letras de imprenta o las caras femeninas aparecen cubiertas por una burka.

En la instalación de hojas de revistas de modas lo establecido y lo nuevo se ha trabajado en un proceso que -según la autora- consiste en borrar, rasgar, deslucir, ensuciar, marchitar, embellecer, disfrazar o descubrir “lo que ya está y es obvio, así como lo que está y no vemos”, “Como en un juego, las hojas de revistas van desmaquillándose, decolorándose, transformándose y llegan a ser una nueva imagen. Es el desgaste como una paradoja de la vida misma”, indica la artista, que dejó Ecuador al terminar la universidad y lleva más de la mitad de su vida en una trashumancia que la ha llevado de Singapur, a ­Alemania, a Francia y a Estados Unidos.

‘Make-up’ tiene sus orígenes en el año 2009, cuando residía en Estados Unidos. “Mis proyectos siempre toman años en desarrollarse, a veces empiezan en un lugar del mundo y terminan al lado opuesto. Esta trayectoria es sumamente enriquecedora”, cuenta la artista guayaquileña, que actualmente está radicada en Madrid.

En la exposición la autora dice referirse a los clichés instaurados alrededor del mundo femenino. La saturación de imágenes impuestas, la belleza, la perfección y lo ideal se presentan como ­máscaras que cubren una realidad cotidiana. Pero al mismo tiempo dice fijar la mirada en la mujer que quiere ser amada y respetada, la que desea vibrar y lucir.

“Como mujer, como emigrante y también como ser humano tengo todas las ambigüedades y contradicciones del mundo. Por eso hago arte, de hecho: no es que yo haga arte, es el arte que me va haciendo a mí, me lleva de la mano por caminos desconocidos y me abre puertas”, comenta Plúas.

En muchos de sus pro­yectos lejos de proponer soluciones plantea dudas e inquietudes. “A la mujer, a través de la historia, se la ha colocado en un ‘pedestal’ que no eligió. ¿Qué hubiese pasado si hubiese tenido la oportunidad de escoger, dónde estaría? ¿Si la mujer hubiese sido protagonista y no sometida, sería la historia de la humanidad la misma?”, se pregunta.

Rocío Plúas trabaja también sobre tela y en grandes formatos, pero siempre le han interesado mucho los objetos. En hormas de zapatos y en sobres de correo postal ha revisado el tema de la migración. “Un lienzo en blanco espera todo de mí. Pero cuando trabajo sobre un objeto, este ya trae un significado propio, con el cual yo voy a jugar”, explica.

El trabajo de la guayaquileña está en buena medida marcado por el arte-terapia que descubrió en sus estancias en Estados Unidos y España, alrededor del cual sigue creando. “Para mí -dice-, el arte es, entre otras cosas, una herramienta de expresión que debe tener una función social, y a partir de allí las ­posibilidades de transformación son infinitas”.

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