Los trastornos de ansiedad impiden el desarrollo de las actividades diarias de una persona. Foto:freeimages.com.
“Prendía y apagaba la luz tres veces, siempre. Todo lo hacía tres veces”, afirma Andrea León, de 22 años, quien padece Trastorno Obsesivo Compulsivo. Fue diagnosticada a los 19, cuando, por esta causa, tuvo una crisis muy severa.
El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) es un tipo de desorden de ansiedad. Toma su nombre por dos características fundamentales: la primera es que los pacientes tienen ideas obsesivas muy extrañas y probablemente absurdas, según el doctor Fabián Remache, psiquiatra de Serviterapias. Las personas no pueden evitar tener estos pensamientos y esto les lleva a tener compulsiones que son consecuencia de la idea que tienen.
En el caso de León, las ideas y los pensamientos empezaron cuando era muy pequeña. Pensaba que estaba muy enferma, que muchas cosas podían hacerle daño. La respuesta que daba a estos sentimientos eran actos compulsivos como abrir y cerrar puertas tres veces para asegurarse de que estaba bien. Este comportamiento empezó a los 13 años pero, en su casa, nadie se alarmó.
Otras ideas pueden ser que las superficies que tocan están muy contaminadas y que les van a hacer daño. El resultado es que los pacientes van varias veces al baño para lavarse las manos.
Remache indica que en los pacientes con TOC, la duda de si han hecho alguna actividad los lleva a repetirla varias veces. Para él, se requiere una atención especializada que lamentablemente no siempre se obtiene.
En su consultorio en Serviterapias, de aproximadamente 20 pacientes que recibe con trastornos de ansiedad cada mes, al menos cinco son por TOC. En el país no existen cifras consolidadas sobre este problema, en parte debido a que muchas personas no piden ayuda. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo califica como uno de los desórdenes más frecuentes hoy en día.
A los 19 años, León estaba cursando el segundo año de la carrera de Comunicación en una universidad de Quito. En esa época tuvo uno de los ataques de ansiedad más fuertes.
Sus padres, sin saber qué hacer, la llevaron a cuatro diferentes psicólogos. “Todos los días tenía ataques de ansiedad, no salía de mi casa, sufría ataques de pánico. Solo iba de la U a la casa y de la casa a la U”, recuerda León.
Para tratar su TOC, un neuropsicólogo le recetó medicación e inició terapia cognitiva conductual. El doctor Remache indica que conseguir una cura es muy difícil. “Lo más frecuente es que el trastorno se vuelva crónico, pero con los tratamientos se puede mejorar la calidad de vida del paciente”.
León dejó el tratamiento a los pocos meses. “Yo intentaba dejar esos pensamientos horribles a un lado, ignorarlos. Pero la terapia cognitiva conductual hace lo contrario, hace que los saques y era muy doloroso”. Buscó una forma de sanarse a sí misma. Encontró en la relación con Dios, la solución para hacer que sus crisis sean menos recurrentes.
Luego de dos años y medio retomó su medicación para los dolores de cabeza y el estrés y ahora tiene muy pocas crisis de ansiedad. Luego de graduarse de la universidad, trabajó en algunas empresas pero encontró su verdadera vocación en la ayuda social. Ahora planea estudiar una Maestría en Gestión y Desarrollo Social Comunitario en el país.