La tercera edad necesita espacio e incentivos

Las alacenas en las suittes de Rivera del Río son más bajas para facilitar su utilización. Foto: FICISARERUMVERERUM.SAM.C

Las alacenas en las suittes de Rivera del Río son más bajas para facilitar su utilización. Foto: FICISARERUMVERERUM.SAM.C

Las alacenas en las suittes de Rivera del Río son más bajas para facilitar su utilización. Foto: FICISARERUMVERERUM.SAM.C

Los problemas no acaban cuando las personas que han sobrepasado la barrera de los 65 años ingresan a su hogar.

¿La razón? Muchos residen en inmuebles normales que, para ellos, no lo son tanto pues no ayudan a mejorar su calidad de vida sino la complican. 


En todos los casos, la adecuación de estas viviendas facilitaría una estancia cómoda, segura e independiente, que redundaría en una mejora de la calidad de vida. 
¿Cómo debe ser una vivienda para que un adulto mayor no complique su cotidianidad?


Lo primero, explica Eduardo Vallejo, arquitecto y restaurador: si es vivienda debe ser en planta baja a un solo nivel, para evitar gradas y desniveles; si es en un edificio, el departamento o la suite deben ser corridos y con acceso directo a un ascensor adecuado y amplio.


Ya en el interior, continúa Vallejo, para los revestimientos de suelos y paredes es preferible utilizar materiales resistentes a choques y rayones. 
Obviamente, los suelos deben ser lisos, antideslizantes y sin elementos que sobresalgan, explica Mónica Vallejo, administradora del edificio Rivera del Río, en Cumbayá, un conjunto pensado para dar residencia a personas que pertenecen a este grupo.


“Claro, en Rivera pueden vivir ciudadanos de otras edades, pero el 95% pertenece a la tercera edad”, explica Vallejo.
El uso de alfombras debe evitarse, ya que pueden propiciar resbalones y tropiezos y son un obstáculo para quienes se desplazan en silla de ruedas.
Los pisos de baños, cocinas y otras estancias parecidas deben ser antideslizantes.

Los espacios para duchas no deben tener bordillos, sino formar un todo continuo con las áreas de sanitarios y lavamanos, explica el arquitecto. Se evitarán tinetas y cortinas de vidrio.
 Y aunque los adultos mayores no son, necesariamente, personas con discapacidad (hay muchos sanos, activos y productivos), es mejor que el diseño arquitectónico siga las reglas que exige la Norma Técnica Ecuatoriana de Accesibilidad de las Personas al Medio Físico, del Conadis.


En Rivera del Río, por ejemplo, las vías de circulación peatonal cumplen los 160 cm de ancho sin obstáculos exigidos por la norma. 
Las puertas de ingreso a los departamentos y a las alcobas son, asimismo, más anchas que las normales y permiten el giro de 360° de una silla de ruedas. 


Los sanitarios y duchas, asimismo, explica la administradora, tienen barras de apoyo (fijas y abatibles) y las alacenas de cocina están ubicadas más cerca de los mesones, para que las personas tengan un mejor acceso a las instalaciones.
Es preferible que en los cuartos de baño las puertas se abran hacia afuera, para que puedan ser desmontadas fácilmente si se produce una emergencia. Los pestillos, asimismo, deben abrirse desde fuera al igual que desde adentro, sugiere Eduardo Vallejo.


Pero no solo lo físico tiene incidencia en un adecuado hábitat para personas mayores; el factor social es esencial, explica Mónica Vallejo.


En su condominio existen varias salas de recreación, cafetería propia, un salón de juegos, otro de pintura y artes, un cine para 21 personas y hasta un departamento médico. Así, los condóminos pueden socializar y vivir con desahogo, comodidad y productividad.

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