Florentino Duque controla a los volcanes desde el sector El Carrizal. Foto: Ricardo Cabezas / EL COMERCIO
Cinco indígenas de la comuna La Esperanza de la parroquia Tufiño, en Carchi, son los primeros vigías de los volcanes Cerro Negro y Chiles.
Ellos vigilan el comportamiento de ambos colosos, en plena reactivación. Su labor es parecida a los vigías del volcán Tungurahua. Ninguno recibe recompensa económica.
Ellos están distribuidos en zonas estratégicas de Tufiño, una parroquia de 1 771 habitantes, ubicada a 18 kilómetros de Tulcán. Están en El Carrizo, San Francisco, El Amarillo, Lagunas Verdes y Santa Bárbara.
Desde hace tres semanas se comunican tres veces al día con la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR).
Los vigías fueron previamente capacitados por la Secretaría, la cual les entregó cinco radios portátiles que siempre llevan a todas partes.
En sus hogares los familiares se han acostumbrado al sonido de estos equipos. En un principio, dice Amable Amuy, “les molestaba a mis hijos los ruidos que emitía la radio, pero han comprendido que estoy cumpliendo un deber cívico”.
De los cinco guardianes de las montañas, cuatro se dedican a la agricultura y el quinto trabaja en la cooperativa de mantenimiento vial.
Florentino Duque, un hombre que usa poncho y sombrero para enfrentar las bajas temperaturas, explica que desde su vivienda puede avistar al volcán Chiles. Duque recuerda que el 7 de diciembre, cuando hubo un sismo de 4.1 grados, informó todos los detalles y el comportamiento de la gente que salió de sus viviendas y pasó la noche a la intemperie.
Ese día “hubo una excelente respuesta e información” por parte de los vigías, señala Galo Valles, técnico de la SNGR.
Diego Chiles Paguay, quien labora en el mantenimiento de la vía Tufiño Maldonado, estuvo preocupado durante el sismo del 20 de octubre, que tuvo una magnitud de 5.9 en la escala de Richter. “Estuvimos incomunicados en la zona de Potrerillos, debido a que la señal de telefonía celular es deficiente. Frente al remezón que sentimos decidimos dejar los carros y salir a pie”.
Ahora, Chiles es parte de este grupo de vigías. Él trabaja en la parte baja del cerro- que se llama como su apellido-, a la altura de Lagunas Verdes. Los sacudones en ese lugar son frecuentes. Chiles es un aliado estratégico de los técnicos que monitorean a las dos montañas desde el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica del Ecuador y del Servicio Geológico de Colombia.
Para Agustín Paspuezán, otro de los vigilantes, las radios han posibilitado informar sobre cortes de energía eléctrica o los daños que ocasiona la temporada invernal. “Los cargamos dos veces al día para mantenerlos activados y enviar nuestros informes”.
En esta población de descendientes de los Pastos, el temor se mantiene por los continuos sismos de origen volcánico. Según el Instituto Geofísico, se sienten cerca de 686 eventos diarios, registrados a pocos kilómetros al suroccidente del volcán Chiles.
José Gabriel Pérez, morador de Tufiño, cuenta que hace 75 años ya sucedió algo similar. “La gente dormía fuera de las viviendas, protegida con sábanas. En ese tiempo no había plásticos”.
Marcos Paspuezán coincide con Pérez. En ese entonces, el volcán emitía sonidos extraños que asustaban a los pobladores. “Pasó un tiempo y la montaña se calmó, ahora nos tiene nuevamente asustados”.
A este grupo de vigías se unirán más personas. La Secretaría entregó al Comité de Operaciones de Emergencia del Carchi 20 equipos, los cuales serán distribuidos a pobladores de otros sectores que están junto a los cerros. En la zona está vigente la alerta naranja.