Estudiantes encienden velas y dejan flores en memoria de los fallecidos en el accidente aéreo de los Alpes franceses, frente al colegio Joseph-König de Halter am See, Alemania. Foto: EFE
Por la mañana se despidieron alegremente de sus nuevos amigos españoles. Luego tomaron un vuelo a la muerte. Dieciséis estudiantes alemanes y dos maestras volvían a su país en el Airbus que se estrelló hoy, 24 de marzo de 2015, en el sur de Francia tras pasar una semana de intercambio para aprender español en Barcelona.
La noticia de la caída del avión de Germanwings que volaba de Barcelona a Düsseldorf con 150 personas a bordo corrió rápido por Haltern, una pequeña ciudad de 37 000 habitantes en donde se encuentra la escuela de los estudiantes muertos, dejando a su paso una consternación difícil de explicar. “Es una ciudad pequeña. Muchos nos conocemos”, explicó un profesor del instituto Joseph-König. “Estamos increíblemente tristes. Todos nosotros”.
El horror de la catástrofe aérea se reflejó de inmediato en la escuela. Tras la noticia aparecieron las primeras velas sobre una tabla de tenis de mesa. Muchos alumnos con el gesto desencajado se fundieron en un abrazo. Unos lloraron y otros buscaron un consuelo difícil de encontrar.
Un adolescente de 14 años, alumno de una de las maestras fallecidas, explicó que el director había dado la noticia de que las clases se suspendían.
Algunos estudiantes se enteraron de la razón sólo al volver a su casa y encender la televisión, dominada por la noticia. “Uno piensa que no puede pasar. Si es que los conocíamos…”, contó un alumno con un ramo de flores en la mano en señal de apoyo a las familias de las víctimas.
Los estudiantes de 15 o 16 años que regresaban de Barcelona formaban el sexto grupo que había realizado el intercambio en Llinars del Vallés, cerca de Barcelona.
Devolvían así la visita que habían hecho en diciembre 12 alumnos españoles a Haltern. “Puedo asegurarles que es el día más difícil de la historia de nuestra ciudad”, declaró Bodo Klimpel, alcalde de Haltern, casi sin poder contener las lágrimas. “La ciudad está profundamente afectada. El shock se puede sentir en todos lados”.
La escuela ofreció ayuda psicológica a padres y estudiantes. También la iglesia de la ciudad abrió sus puertas para quien busque consuelo. Desde toda Alemania comenzaron a llegar mensajes de apoyo y condolencias a través de Twitter.
El trauma no era menor en la pequeña Llinars del Vallés, que había acogido hasta hoy a los visitantes alemanes. “Los alumnos españoles están también en estado de shock”, contó un portavoz de la ciudad. “Estamos intentando consolarlos”.
Mientras tanto, en el patio de la escuela de Haltern aumentaba hora a hora el número de padres, familiares y vecinos que se acercaban para compartir el luto. Y con ellos la cantidad de flores y velas en recuerdo de los fallecidos.