En diferentes zonas de Caracas se puede apreciar la escasez de telas por falta de divisas. Foto: Nelson castro / El Nacional de Caracas/ GDA
Los últimos datos presentados por el Gobierno venezolano dibujan con un trazo claro el panorama que enfrentan las empresas de ese país. Desde finales de 2013, el sector privado no sabe lo que es crecer.
Con una sostenida caída de su actividad, según revelan los datos del Banco Central de Venezuela, emprendimientos como la manufactura, el comercio y servicios, todavía mayoritariamente en manos privadas, mostraron retrocesos que oscilaron entre 4,4 y 13% de su actividad a lo largo del año pasado, y cuando culminó 2014 no se lograron recuperar del revés.
El Estado ha logrado ocupar espacios que antes estaban reservados a las empresas privadas, aunque por la vía de las expropiaciones. Es una estrategia que inició el gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez en el año 2007 y que dejó fuera de juego a empresas trasnacionales como la italiana b, la mexicana Gruma y la estadounidense Verizon, entre más de
1 000 compañías.
Pero los empresarios consideran que otros factores, como el monopolio estatal en la liquidación de los dólares necesarios para producir y las regulaciones de precios, impactan incluso con más fuerza que las propias estatizaciones.
El presidente de la Confederación de Industriales de Venezuela, Eduardo Garmendia, no se atreve a confirmar que exista una estrategia intencionada por parte de la administración de Nicolás Maduro para arrinconar a las compañías.
“Es difícil contestar si el Gobierno tiene una intención deliberada en contra de las empresas privadas. No es algo fácil de evaluar, pero lo que nosotros queremos es cambiar la situación, encontrar una solución”, sostuvo Garmendia.
El industrial relata que para el suministro de las materias primas que requieren para producir ahora dependen de empresas que pasaron a manos del sector público y que trabajan a una reducida capacidad, de 30% en algunos casos.
A esta situación se une una sostenida caída en las entregas de dólares a las empresas, en un mercado sometido a un control de cambio desde hace casi 12 años. Para que una empresa pueda comprar divisas en Venezuela debe pasar por un filtro burocrático ante un ente cambiario (el Centro Nacional de Comercio Exterior) y demostrar que el monto autorizado se gastó en lo que se dijo que se iba a utilizar, que es solo para producir. Pero en ocasiones ello no basta.
Los empresarios agrupados en la Confederación de Industriales venezolanos acusan que el organismo cambiario ya no liquida las divisas que aprueba, a tal nivel que ya se acumula una deuda que supera los 10 000 millones de dólares. Un monto que equivale a la mitad de las reservas internacionales de Venezuela.
El problema no solo está en que hay divisas que no se entregan, pese a ser aprobadas, sino que las que sí se liquidan son cada vez menos.
Los datos del Banco Central revelan que en un año las importaciones cayeron 19%, a 32 153 millones de dólares, y la economía venezolana, que depende en casi 80% de la llegada de productos extranjeros, sufre por la caída. La firma de análisis económico Ecoanalítica señala en su último reporte titulado “Venezuela con el peor desempeño económico de la región” que la baja de las importaciones se concentró en el sector privado, con una caída de 11,7%, mientras que las del Estado, que ahora se dedica a comprar alimentos e insumos químicos en el exterior para paliar la carestía de productos en los mercados, subieron 16,5% entre enero y septiembre de 2014.
Al respecto, el máximo representante del gremio industrial señala que todo este coctel de problemas ha afectado la producción de las empresas privadas. “El Gobierno ha privilegiado la importación de productos terminados, en lugar de la producción nacional”, lamenta Garmendia.
Polar hiperinspeccionada se mantiene a flote
En este contexto, las grandes empresas han podido surfear la ola, no sin dificultades. El emporio empresarial Polar, la productora de alimentos más grande de Venezuela, que reiteradamente ha sufrido amenazas de expropiación desde que Chávez estaba en la Presidencia, se mantiene a flote.
La compañía atiende 49% del mercado de harina de maíz, el ingrediente principal para preparar las arepas, el pan de maíz que para los venezolanos resulta esencial en su dieta.
Su presidente, Lorenzo Mendoza, uno de los 500 hombres más ricos del mundo (según Forbes), ha dicho en un comunicado reciente que el gobierno de Maduro fiscaliza a empresas Polar como a ninguna otra compañía. Las autoridades la han inspeccionado 1 854 veces en seis años, casi una visita diaria, según señala.
Como es una empresa que produce alimentos enfrenta un problema adicional al del acceso a las divisas y a los insumos para producir. Junto al control de cambio, existen regulaciones de precios que impiden a los empresarios y comerciantes subirlos con toda libertad.
En una economía afectada por una elevada inflación, de 64% el año pasado, el Gobierno no actualiza los precios con la regularidad prometida, lo que impacta en la estructura de costos de las compañías. De hecho, Polar lleva más de tres meses solicitando al Gobierno venezolano que autorice una subida al precio de la harina de maíz, pero todavía no hay respuesta del lado oficial.
Las aerolíneas con las alas recortadas
Cuando culminaba el 2013 las líneas aéreas comenzaron a sufrir los rigores de los recortes en las entregas de dólares.
Comenzaron, en reciprocidad, a reducir sus frecuencias de vuelos en una relación con el Gobierno que comenzaba a enrarecerse. El saldo desde entonces es una liquidación pendiente de más de USD 3 500 millones, según datos de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA).
Una aerolínea que abandonó su negocio en Venezuela (Air Canada), otra que suspendió sus operaciones por tres meses (Alitalia), una reducción de casi 50% en las frecuencias de vuelos desde y hacia Venezuela y ventas restringidas de boletos aéreos.
Las aerolíneas sobreviven en el país con una fórmula básica: en bolívares ya no es posible comprar pasajes, solo aceptan dólares como forma de pago y, en medio de un severo control de cambio, no todos los venezolanos pueden afrontarlo.
Por ello, las líneas aéreas recortan sus gastos de otras formas.
Reducen sus nóminas o mudan sus oficinas a lugares más pequeños, como hizo hace poco la española Iberia. En tanto, los delegados de las aerolíneas extranjeras en Venezuela siguen negociando con la administración de Maduro el pago de la millonaria deuda.
La industria de carros en su peor momento
La Cámara Automotriz de Venezuela reportó hace pocos días su peor registro en 15 años: en el 2014 se produjeron solo 19 759 vehículos, una caída de 72,46% en un año. La baja liquidación de dólares a las ensambladoras impactó en un sector altamente dependiente de las importaciones, lo que arrastró al sector completo.
El presidente de la Cámara Nacional de Comercio de Autopartes, José Cinirella, dijo que las empresas de partes automotores y repuestos recibieron 55% menos dólares en un “año muy duro, muy difícil y estresante”. No dio cifras, pero aseguró que muchos autopartistas están cerrados porque no tienen mercancías que vender.
“El modelo económico (socialista) vigente es el causante de todo este problema que vive el sector industrial (…). Todos los países se manejan con el libre mercado, pero en Venezuela no se ha modificado eso”, expresó Cinirella.