Dina Boluarte, presidenta de Perú, se suma a los escándalos de sus antecesores. Ella está envuelta en un presunto caso de enriquecimiento ilícito por no declara en su patrimonio la tenencia de relojes de lujo.
El escándalo genera un debate público sobre la ética y la transparencia en la función pública, así como sobre la conducta de los líderes políticos.
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Según informes, la presidenta recibió como regalos relojes de lujo de marca Rolex, por parte de personas con intereses relacionados con contratos gubernamentales o concesiones. Estas acusaciones provocaron críticas y demandas de explicaciones por parte de la ciudadanía y de la oposición política.
La Fiscalía General peruana la acusó de enriquecerse ilícitamente y omitir la declaración de las joyas en sus informes de bienes. De acuerdo con BBC, durante su comparecencia, Boluarte señaló que algunos de los relojes los tomó prestados de un gobernador con el que mantiene una relación de amistad.
En un momento en que la corrupción y el nepotismo son temas candentes en Perú, este nuevo escándalo eleva el descontento y la desconfianza hacia las instituciones gubernamentales.
¿Cuál es la postura de la presidenta?
La presidenta niega cualquier acusación de corrupción o conducta indebida. Afirmó su compromiso con la transparencia y manifestó su disposición a colaborar plenamente con las autoridades pertinentes para esclarecer la situación.
“Fue una equivocación haber aceptado en calidad de préstamo estos relojes de mi amigo Wilfredo Oscorima”, declaró en referencia al gobernador de Ayacucho, quien, también, es investigado por corrupción.
Sin embargo, la incertidumbre persiste y la presión sobre la Presidenta aumenta. La ciudadanía espera respuestas claras y acciones concretas por parte de las autoridades para restaurar la confianza en el liderazgo político y en las instituciones democráticas del país.